Desde el momento de la Creación, humanos y animales han tenido que enfrentar sus propias luchas para mantener su vida a flote. Una vez nace el polluelo aprende a luchar por sobrevivir en medio de todo tipo de peligros, a la vez se beneficia de todo lo que encuentra en la naturaleza.
A través de los siglos, bajo el techo de este mundo nada ha cambiado respecto a la actitud codiciosa y explotadora del ser humano hacia los más vulnerables.
Mientras el alma y el corazón amen y los ojos no se cansen de observar con fascinación los
paisajes y hermosuras del mundo, nunca terminará “Por la puerta del sol” su tarea de
escribir sobre la diversidad de temas que pone la vida frente a los ojos.
Desde esta tribuna humana es muy difícil recomendar tranquilidad y pausa a una población atacada con saña por las tormentas del hambre, la inquietud y mala salud, dramas capaces de matar cualquier asomo de esperanza.
“Con recios ventanales que miran al poniente contando en su mutismo leyendas de otra edad, la casa vieja su desteñido frente levanta altiva en medio de la gentil ciudad. El sol, la llovizna y el hombre lentamente borraron sus insignias de originalidad, mas ella opone al tiempo su esplendidez muriente con irreductible blasón de majestad” (V. Sandoval A.)