Situada en Palavecino: Siempre fue Hacienda Santa Bárbara

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La bella capilla levantada a finales del siglo XVIII fue un inmueble privado desde su construcción hasta nuestros días.

Sus dos primeros propietarios, según petición testamentaria, se encuentran sepultados en el recinto religioso

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La Oficina del Cronista Municipal de Palavecino inició en 1989, una exhaustiva pero paciente investigación respecto a la histórica Hacienda Santa Bárbara en el periodo que parte desde 1797 hasta 1987.

Los documentos consultados, tanto en el Archivo Arquidiocesano de Barquisimeto como en el Registro Municipal, pliegos incluso inéditos, registran siempre el nombre de Santa Bárbara a esa unidad de producción.
El historiador Taylor Rodríguez, cronista oficial de Palavecino, coordinador del proceso indagatorio, apunta que en un documento correspondiente a un embargo que afectó a su propietario en el marco de la Guerra de Independencia, se advierte el nombre de Santa Bárbara a ese espacio.

Otro documento hasta hace poco desconocido, en donde se menciona a la hacienda como Santa Bárbara, sería el propio testamento de don Juan José Alvarado de la Parra, alférez real del cabildo de Barquisimeto y rico propietario de extensas tierras, entre ellas la citada unidad de producción.

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La Capilla y Las Mercedes

El 16 de abril de 1916, cuando legalmente adquiere esta propiedad Moisés Bendayán Solana, por transacción con sus legítimas propietarias herederas del señor Víctor Ariza, es cuando por primera vez se utiliza el nombre de La Capilla para identificar un área parcial de la Hacienda Santa Bárbara, nombre frecuente en las subsiguientes compra-ventas.

El 29 de mayo de 1946, treinta años después, al ocurrir la venta que llevó a efecto el señor Juan Pablo Yépez a su tío don Eustaquio Yépez, sobre otro predio de la hacienda que se infiere era vecina a La Capilla, se le denominó Las Mercedes, para referirse o identificar ese otro espacio.

La parte identificada como Las Mercedes la heredó Fausta Sánchez de Yépez, madre del desaparecido propietario Juan Pablo Yépez, quien más tarde la vendió a Antonio Yépez Silva, el 3 de junio de 1968, por 850.000 bolívares.

Señala el historiador que en su conjunto la hacienda siguió conociéndose como Santa Bárbara al margen de las mencionadas subdivisiones, nombres estos, que no trascendieron en el devenir histórico local.

Inventario sagrado

Durante la visita oficial del doctor Mariano Martí, autoridad eclesiástica de la Provincia de Caracas, a poblados de Barquisimeto en 1779, recorrió comunidades ubicadas en el Valle del río Turbio, describe en sus anotaciones, otro recinto sagrado que pertenecía a la familia Alvarado de La Parra: … “este oratorio o capilla (está) bajo el título de la Inmaculada Concepción en el sitio de Bureche…”.

Transcurrido más de cuatro décadas, de nuevo se menciona a la Virgen de la Inmaculada Concepción y por supuesto a Santa Bárbara, no así la Virgen de Las Mercedes.

En el inventario del patrimonio sagrado existente en el oratorio-capilla de Santa Bárbara de Cabudare, según documento fechado el 15 de julio de 1835 redactado por el doctor José Ignacio Méndez, arzobispo de la Diócesis de Caracas, quien vino expresamente a Cabudare a efectuar un registro de bienes, destaca: … “En El Altar Mayor (Retablo Mayor) que es (el) único que hai… (Se observan)… dos imágenes de escultura, una de la Ynmaculada Concepción de Nra (nuestra) Sra (señora)… y otra de Santa Bárbara…”.

Pero también se describen otras piezas como la de Nuestra Señora del Mayor Dolor, que según el padre Juan Bautista Briceño Pérez, actual cura párroco de la iglesia matriz de Cabudare, es la misma Nuestra Señora de las Angustias, patrona de La Piedad, lo que deduce que jornaleros de estos predios trabajaban en la Hacienda Santa Bárbara y trasladaron la devoción hasta esa localidad.

En el documento se puede leer que igualmente en la Capilla Santa Bárbara destacaba una imagen de San José y una tercera del apóstol San Pedro. Pero también había unos grabados enmarcados como el de Nuestra Señora de Las Angustias, otro sobre San Francisco y Santo Tomás de Aquino.

El cronista apunta que de haber sido fervorosos devotos los miembros de la familia Alvarado de la Parra de la Virgen Las Mercedes, con un total de cuatro haciendas en el sitio de Cabudare, al menos en sus oratorios particulares deberían haber contado con una de sus imágenes.

En todo caso no se descarta la posibilidad de la existencia de otra u otras haciendas en el amplio Valle del Turbio inidentificadas con el nombre de Las Mercedes, patrimonio económico de otros propietarios, registradas en fuentes primarias o inéditas en el tiempo colonial, pero no así la de Santa Bárbara.

Se construye el oratorio

El 8 de junio de 1794, las autoridades religiosas de Caracas otorgan permiso a don Juan José Alvarado de la Parra, para que comience la edificación de una… “Capilla pública” en el sitio de Cabudare.

No obstante, Alvarado de la Parra no inició los trabajos de construcción, transcurriendo casi tres años cuando nuevamente el abonado propietario de la hacienda Santa Bárbara, realiza gestiones ante la máxima jerarquía eclesiástica de Santiago de León, con el propósito de levantar el recinto sagrado, licencia que le fue otorgada el 15 de marzo de 1797.

El oratorio se construyó manteniéndose “en pie” hasta que el terremoto del 26 de marzo de 1812 “sepultó” la casa de oración.

En el testamento de Alvarado de la Parra, este requiere de sus albaceas fueran aligerando los trabajos de construcción de la nueva sede, en similar sitio de la anterior, manteniendo en lo posible el perfil arquitectónico original.

Según afirmación del historiador Ambrosio Perera, para el 1º de enero de 1821, esta hermosa casa de oración de Cabudare, abrió sus puertas a los fieles locales, haciendo las veces de templo matriz hasta la inauguración de la iglesia mayor San Juan Bautista inaugurada en su sede parcialmente construida, el 24 de junio de 1834.

Sepultan en la capilla a dos de sus propietarios

Asienta el historiador, que en cada una de sus piezas testamentarias e incluso ratificado en uno de los codicilos, don Juan José Alvarado de la Parra y don José Víctor Ariza, dos de los propietarios de la hacienda y por ende del oratorio Santa Bárbara en el siglo XIX, exigieron a sus albaceas ser sepultados en esta casa de oración.

Ariza era hijo de una familia de antiguas raíces en las comarcas del actual estado Portuguesa, extendida hacia las entidades zuliana, yaracuyana y larense. Entre sus antepasados descollaron colaboradores con la causa independentista.

José Vicente Ariza tuvo decidida participación en la Guerra Federal, defendiendo las ideas federales, alcanzando la jerarquía de general de división. Reside más tarde en jurisdicción de Yaracuy, donde ejerció cargos de importancia dentro de la administración pública. Es designado máxima autoridad de dos carteras ministeriales: Crédito Público y Hacienda. Ocupa también el cargo de gobernador de la entidad barquisimetana en 1868.

Ariza compró el oratorio capilla de Santa Bárbara por la cantidad de 6.000 pesos, y veinte años después falleció entre Cabudare o Barquisimeto. En su testamento solicitó, además de ser sepultado en el sagrado recinto, se grabara a la vez un monograma en el frontis de la capilla con las letras J.V.A, es decir José Vicente Ariza.

El investigador de este ensayo, Taylor Rodríguez, ha declarado en varias oportunidades que desde su condición de cronista oficial de Palavecino, se niega a que tanto la capilla como las casas que la circundan sean estatizadas dado los monumentos históricos, declarados patrimonios culturales de la nación en el municipio, están en franco deterioro desamparados de cualquier programa de recuperación.

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