#opinión: Capitalismo Lunar – Los matices de lo social por: Alexei Guerra Sotillo

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En algún momento hemos elaborado algunas consideraciones sobre ese complejo, escurridizo y polisémico ámbito de “lo social”, abordado desde la perspectiva tanto de la empresa privada, como la del Estado, en Venezuela. Nuestra tesis, plantea que a pesar del polarizado escenario político de nuestra nación, los cambios recientes han colocado en el foco tanto de las organizaciones empresariales y del tercer sector en “lo social”, con la idea de la “Responsabilidad Social Empresarial”, noción que denota un cambio sustancial en la concepción tradicional de empresa, mientras que desde 1999 para quienes ejercen el poder y su modelo político-ideológico, “lo social” se erige también como una bandera retórica básica, traducida en la participación, en la democracia protagónica, en las misiones y ahora, con la idea de crear el nuevo Estado Comunal.
Sosteníamos que dicha coincidencia temática, entre empresa privada y gobierno, leyes, decretos e intentos de consolidar una “institucionalidad” para tal fin de por medio, a pesar de las diferencias y de un potencial conflictivo no totalmente zanjado, constituía, paradójicamente, un eje de acción sobre el cual diversos actores políticos, cívicos y gremiales en el país, podrían iniciar un proceso de creación de consensos, o de acercamientos que pudieran potenciar mucho más las iniciativas que de lado y lado se adelantan.
Pero esta coyuntura electoral prácticamente alargada y sostenida (primero la presidencial, en Diciembre las regionales, en Abril las municipales) y el fragor subsecuente, entre otros factores, atentan contra esa posibilidad.
El gobierno del presidente Chávez se ha “adueñado”, o ha “secuestrado” la bandera de “lo social”, traducida en una acción, en una gestión dirigida supuestamente a los más pobres, pero que ha generado, por una parte, una imagen, una omnipresente burbuja propagandística, una matriz de opinión que sobre-estima la veracidad, el impacto, la efectividad y resultados de dicha acción, y por la otra, si bien se materializa en “recursos”, en “dinero” invertido en “lo social”, pareciera que dicha erogación solo se ha limitado a un asistencialismo coyuntural, a un aliento a la subsistencia, al consumo, y sí, a una mejoría de la capacidad de gasto familiar, pero con un muy bajo o inexistente cambio en el entorno y en la calidad de vida de esa familia (vivienda, servicios, vialidad, agua, luz, educación, seguridad, empleo).
Pero más allá de nuestra percepción, la realidad, concreta e inexorable, nos aclara el panorama, y nos indica una lectura: una mayoría electoral, acepta, está de acuerdo, o en todo caso, no tiene elementos para rechazar ese estado de cosas, esa realidad, en la cual una conducta pragmática y utilitarista, prefiere la “seguridad” del sustento, por muy precario e insuficiente que este sea, de ese Estado-Providencial-Caudillo-Partido, que un modelo que plantea complementar dicha acción asistencial-coyuntural, con la mejora estructural del entorno de ese barrio, de ese caserío, urbanización o ciudad.
El llamado a la “reconciliación”, por parte del Presidente reelecto, se ha traducido en acciones claras e inequívocas de crudo despliegue de su “musculatura” electoral: migraciones ilegales fuera del lapso de ley, como “excepción” complaciente del árbitro comicial hacia candidatos oficialistas a gobernaciones; consejos educativos para eliminar el papel de padres y representantes del proceso educativo; anuncios de desbaratar gobernaciones y alcaldías, para crear comunas y consagrar la relación “directa” Presidente-Pueblo.
El logro de un cambio político en Venezuela, sólo dependerá dela viabilidad futura y sostenimiento económico y fiscal de este modelo de populismo petrolero y hegemónico del nuevo Estado-Caudillo-Partido que succiona recursos y escupe corrupción e ineficiencia, junto a su pragmática visión de lo “social”, y de la acción concreta, sin ambages ni temores o medias tintas, de actores opositores o críticos que señalen las carencias y fallas de la acción de gobierno, y puedan proponer, demostrar y convencer a la gente, sobre la existencia de un modelo alternativo y posible que resuelva los problemas de la gente.
He allí los matices de lo social. Pareciera que este reto, que amerita valentía, decisión y pantalones bien apretados, ha superado a más de uno. Organización, crítica y trabajo de calle, se imponen como imperativos políticos para la oposición. Para así aclarar y espantar a quienes pretenden seguir manteniendo la ilusión de su falsa defensa de lo social.
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