EL IMPULSO: 109 años de memorias y cotidianidad periodística

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EL IMPULSO nació informando y formando. Fue desde el principio el cometido y la visión de don Federico Carmona aquellos años remotos de la aurora del siglo XIX.

Salvador Macías, uno de nuestros más sobresalientes cronistas, apunta desposeído de lisonjas, que don Federico “fue quizás, el periodista más popular y destacado de su época en Carora y unas cuantas millas a la redonda. Fue el que más renombre conquistó en su tiempo”.

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Esta apreciación de Macías, es coincidente con otros cronistas y viajeros que conocieron en persona la determinación y el entusiasmo de don Federico y su magna empresa de tinta y papel.

“Vivir del periodismo y para el periodismo”, destaca Macías, en referencia al modo de existir de don Federico, en una de sus crónicas, publicadas en varios medios impresos de Barquisimeto.

“Él, junto a su esposa doña Francisca Figueroa, y hermanos, avizoró un rumbo para el impreso, trasladándolo luego de un tiempo, para la ciudad capital” (Barquisimeto), idea que alimentaron en incontables conversaciones a la luz de las velas.

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La renovación de la empresa  de tinta y papel

“… Nos mudamos (a Barquisimeto) para renovarnos y renovarse equivale a vivir dos veces” anotaría don Federico en sus Memorias.

Las anotaciones para estas crónicas, apunta Macías, las escuché de labios de mi padre y del propio Guillermo Morón, capitán y compañero de viaje durante esta travesía centenaria.

Pero no llegó a imaginarse don Federico, que en el transcurrir del tiempo, su empresa de tinta y papel, se convertiría en una escuela de periodismo que hoy cobra vigencia alcanzando ya los 109 años de historia.

Entre 1944 y 1948, EL IMPULSO tenía su sede en la calle Comercio (avenida 20) entre calles 26 y 27 y su “redacción estaba integrada por hombres muy jóvenes y muy talentosos como: Luis Fernández Yépez, Luis Oropeza Vásquez, Andrés Rafael Chávez, José Herrera Oropeza, Amador Camejo Octavio, licenciado en periodismo, redactor de la columna ‘Ventanales’; y por supuesto Guillermo Morón, reportero quien fungía a la vez como director jefe de la Redacción.

“La noticia se produce y nadie tiene por qué matarla o asfixiarla antes de tiempo. La información se desplaza, no se empuja; se desnuda, pero no se corrompe. Es bueno que sea clara como el agua, desnuda como una lágrima”, evocaría con frecuencia Morón a sus diligentes periodistas, oración indestructible que aprendieron a predicar aquellos personajes con devoción.

La información desnuda  de EL IMPULSO

El 30 de octubre de 1955, EL IMPULSO destaca entre sus múltiples informaciones, una realidad que espanta a la población barquisimetana y golpea el bolsillo popular.

I.E. Lameda Acosta, en su columna ‘Claraboya’ escribe con transparencia: “Entre expresiones de inconformidad y de enojo, unidas e incontenibles quejas y protestas, se ha estado manifestando gran parte de nuestra colectividad con motivo de los actuales cobros por el servicio de acueducto prestado por el sistema de medidores… Verdaderamente que es alarmante lo que está ocurriendo y que esto tiene a todos sumidos en tremendo temores y en el más grande estupor.

No es, desde luego, para menos, el hecho de saber, que a numerosísimas familias que hasta ayer nomás pagaban seis bolívares mensuales por el servicio de agua, actualmente se les esté cobrando 50, 60, 70, 80 y hasta 100 mil bolívares por mes”.

Maestros de periodistas

Reseña Macías, que don Federico fue maestro de periodistas en sus remotos años.
“Sus discípulos más cercanos fueron sus hijos Juan Jesús y mi padre Eligio Macías Mujíca”.

En el plano internacional 

En sus crónicas, Macías relata, que EL IMPULSO con menos de cinco años de fundado, “ya entraba en el plano noticioso, no sólo a escala regional, sino internacional, destacando entre sus páginas, la guerra ruso-japonesa”.
“En las principales páginas, se enteraron los venezolanos quién era el comandante en jefe del Ejército japonés que ocupó a Puerto Arturo, por entonces la manzana de la discordia. Supimos del mensaje del Mikado al general Stoessel, intimidándolo a la rendición”, escribe Macías.

Fotos: Colección Tito Mendoza

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