Las campanas de El Tocuyo entonan una despedida

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Entre las olas de la playa Buchuaco, estado Falcón, Daniel Rangel cerró los ojos por última vez, en un profundo aliento de paz; casi tan profundo como su amor por la música.

Después de 38 años retozando entre notas musicales, Daniel, un curioso abogado de profesión, organizó cientos de arreglos y lecciones, para orientar a jóvenes músicos en el camino de las partituras, así como para desafiar el oído musical de los adultos.

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Fue un músico tocuyano muy carismático y vibrante, Director del Coro de Campanas en su tierra desde el año ’98. Sus alumnos consideran que sin duda era un profesor disciplinado, pero capaz de sacar un par de risas durante las clases. Hacía dos años, había ascendido a la gran responsabilidad de dirigir el Coro de Campanas a nivel nacional, por lo que se habría mudado a Caracas.

“Era mi mejor amigo. Padrino de mi hija, me dio clases en la Casa de la Cultura de El Tocuyo cuando yo tenía 10 años y él 16”, expresó su compañero de trabajo y amigo íntimo, Paúl Torres.

Daniel trabajaba junto al maestro Valdimar Rodríguez, prodigioso clarinetista y Director del Conservatorio Simón Bolívar de Caracas, y junto al maestro José Antonio Abreu, quien le dio la idea de estructurar el Coro de Campanas como una “Orquesta”, para hacerla parte del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.

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En la [cursiva: Navidad entre Amigos] del 2003, un concierto conmemorativo en el Teatro Teresa Carreño, se presentó el primer grupo que dirigía Daniel. Su cuerpo transpiraba el miedo; sin embargo, una vez que se montaron en el escenario, llenaron los asientos con cuatro funciones en dos días seguidos, ofreciendo una en la mañana y una en la tarde.

Y esta eventualidad no se compara con una vez que, junto a sus pupilos, ofreció un concierto en Biscucuy, estado Portuguesa, y al último momento se dio cuenta de que había olvidado llevar unos pantalones para la presentación. Los organizadores tuvieron que correr para conseguirle un par de pantalones; al encontrar unos que resolvieran, estos le quedaron cortos de piernas, así que al final del día, la audiencia y los anfitriones de la alcaldía lo vieron con sus pantalones cortos y apretados.

“Así es él, muy sencillo. Le gustaba echar broma, era muy buena gente”, añadió Torres con un atisbo de nostalgia.

Varios miembros actuales y antiguos de los grupos a quienes impartía clases, a los cuales se les refiere como “niveles”, irán hoy a la Iglesia San Francisco de Asís, a despedirlo con un concierto ofrecido con el sentimiento que se merece.

Posteriormente a este concierto, trasladarán su cuerpo a la Casa de la Cultura de El Tocuyo, donde habrá un segundo velorio para las personas pertenecientes a esta institución que deseen despedirse.

El director de las campanas dejó a sus padres Marielena Sánchez y Cándido Rangel, una larga lista de arreglos musicales y sonetos para recordarlo como la persona feliz y ocurrente que era, y dejó a El Tocuyo, un importante ícono regional de la música.

Datos curiosos

Frase característica: “¡cuenten, cuenten!” (en los ensayos del coro)

Soneto típico: “Cantaclaro”, de Luis Lozada. La utilizaba para practicar con todos los instrumentos.

Se le oía interpretar: “La Conga del fuego”, género de estilo mexicano, música de Arturo Márquez.

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