Escenarios del país: ¿Abstenerse o votar el 15-O?

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Con miras a las elecciones de gobernadores del próximo 15 de octubre, la opinión pública ha despertado lentamente al debate electoral, al tiempo que transcurre una campaña electoral muy discreta, sin las grandes movilizaciones ni promesas de otros tiempos.

Este proceso comenzó lleno de controversia por la desconfianza creciente hacia las autoridades electorales, especialmente después de las graves denuncias de Smartmatic sobre las votaciones constituyentes. A estas alturas, el CNE continua sin acusar recibo a las demandas de transparencia de los electores y candidatos en los comicios regionales.

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Esta vez, como en anteriores ocasiones, pende sobre la oposición la posibilidad de que una elevada abstención trunque las aspiraciones de los candidatos de la MUD. Históricamente, una derrota opositora en una elección desestimula a votar en la siguiente elección, diluyendo así las fuerzas logradas tras el esfuerzo de años.

En 2004, la derrota opositora sufrida ese año cuando se intentó revocar el mandato del Presidente Chávez, condujo a la desmovilización del electorado en las elecciones regionales de ese año, ubicándose la abstención en 54,27%. Al año siguiente, la oposición decidió abstenerse en las elecciones parlamentarias y el chavismo colonizó por completo la Asamblea Nacional, obteniendo una representación que no se correspondía con su fuerza electoral.

Más recientemente, en 2012, Henrique Capriles, electo candidato presidencial en primarias, realizó una campaña extraordinaria y movilizó al electorado opositor, pero eso no le bastó para derrotar a Hugo Chávez, quien en ese momento obtuvo la máxima votación del chavismo: 8.191.132.

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La esperanza que el candidato opositor despertó en la gente se diluyó muy pronto producto de la derrota, y en las elecciones de gobernadores de diciembre 2012, realizadas apenas dos meses después de la presidencial, la oposición teniendo los mejores números logrados en su historia electoral sólo ganó 3 gobernaciones.

Revisemos lo que paso en algunos estados. En Mérida Capriles ganó con el 51,09% con una participación de 83,01% y de manera sorprendente el candidato oficialista Alexis Ramírez ganó dos meses después con el 50,23% de los votos. En esa elección la abstención escaló a 46,82%.

En Táchira la situación no fue muy distinta. El abanderado presidencial de la MUD obtuvo el 55,07% de los votos con una participación de 81,82%. No obstante, en diciembre, el oficialista Vielma Mora ganó favorecido por la abstención que fue de 42,42%.

En Zulia, después de 10 años bajo el gobierno de Un Nuevo Tiempo, el gobernador Pablo Pérez resultó derrotado por el oficialista Arias Cárdenas. En ese estado, la abstención pasó de 20% en la presidencial a 37,81 en la regional.

Estos casos reflejan de manera dramática cómo la oposición, representando más del 40% del país en el 2012, tuvo que conformarse con apenas tres gobernaciones debido a la abstención de su base electoral, al tiempo que el oficialismo, que ya había iniciado el declive de su caudal electoral, quedó sobrerepresentado.

Si se repite la historia de 2004, 2005 y 2012 el próximo 15 de octubre el oficialismo con el 80% de rechazo y el repudio de la comunidad internacional podría quedarse con la mayoría de las gobernaciones, lo que constituiría una victoria política para el gobierno.

La oposición perdería espacios de poder importantes y la oportunidad de legitimar liderazgos en todo el país ante un 2018 que será crucial para los venezolanos. Pero, la consecuencia más grave de la abstención será dejar sin piso político a la MUD para impulsar el proceso de negociación.

La sociedad internacional no apoya aventuras. Respalda el restablecimiento de la institucionalidad democrática mediante elecciones libres. La consecuencia de no votar será que la transición democrática se alejará mucho más de los venezolanos con el sufrimiento humano y el costo material que esto implica.

En una carrera de obstáculos para llegar a la realización de elecciones al menos en condiciones de semicompetitividad en 2018, las gobernaciones teñidas de rojo harán la tarea mucho más cuesta arriba.

De nuevo el principal adversario de la oposición es la desesperanza. Si la mayoría decide ceder voluntariamente su poder, es muy poco lo que podrá hacer el liderazgo político.

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