Hidrolara sería cómplice de foco epidémico

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Las cloacas colapsadas, obstruidas o deterioradas por el uso, son un mal que perjudica la vida de muchas personas que viven, trabajan o estudian cerca de las zonas afectadas. Desde enfermedades respiratorias, infecciones en la piel, hasta ojos y garganta irritados por el olor, algunas comunidades en Barquisimeto viven en condiciones de riesgo biológico y toxicológico a causa de este problema.

El pozo séptico de Pueblo Nuevo en particular, se encuentra cerca de la Escuela Antonio Carrillo, una institución que alberga más de mil niños. Las cloacas que se comunican debajo las calles donde transitan los vehículos, se oxidaron y deshicieron con el paso de los años. Ahora todas las sustancias que allí se mezclan, salen a la superficie, contaminando el aire que los jóvenes respiran.

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Unidad Educativa Antonio Carrillo

La Antonio Carrillo es una escuela primaria, con canchas de recreación y un Barrio Adentro que funciona en su interior. En este momento se encuentra en vacaciones, pero en menos de veinte días los estudiantes regresarán al instituto, localizándose en medio de un foco de enfermedades, si no es atendida la situación de las cloacas en la comunidad de Pueblo Nuevo, que se encuentra a menos de 100 metros.

En esta comunidad, hace cinco años el sistema de cloacas dejó de funcionar de manera normal, paralizando el flujo de agua, por lo que tareas diarias como lavarse las manos, tomar un baño y fregar los platos, se han convertido en titánicas para estas personas.

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En vista de que no pueden usar sus duchas ya que el agua no desciende por las tuberías, algunos han optado por bañarse públicamente en medio de la calle, y bañar a sus adultos mayores en la tierra dentro de las casas. Asimismo, no pueden utilizar los inodoros y deben depositar sus necesidades en bolsas, en huecos cavados en el patio, o incluso en la misma calle donde viven, para evitar la acumulación de esta materia dentro de los hogares.

Los olores resultantes causan irritación en la garganta, los ojos y las mucosas de niños y adultos, quienes encuentran difícil llevar una vida tranquila en un lugar donde deben deshacerse manualmente de sus desechos, y los olores son, en sus palabras, desesperantes.

Ahora bien, este no es el único el problema que aqueja a la comunidad. Ya que los lavamanos, lavaplatos y baños de las casas no bajan por la obstrucción de las cloacas, se convierten en vertederos de zancudos y mosquitos que causan picaduras, urticarias y demás irritaciones en la piel de las personas, quienes acuden a centros de salud para ser tratados con ungüentos y cremas.

En ocasiones, los vecinos vierten gasolina por las tuberías para destaparlas, la cual es una sustancia de contribuye a la contaminación de las aguas, y realizan pequeñas quemas dentro de la casa como método para ahuyentar los zancudos que se concentran en el agua estancada, a fin de proteger a los más pequeños de sus mordeduras.

Un experto en la materia, el doctor Armando Sánchez, egresado de la Universidad Central de Venezuela y especialista en salud pública, afirma que los zancudos no se limitan a causar afecciones en la piel, sino que entran en contacto con el agua de las cloacas, por lo que transmiten un gran número de infecciones a través de las picaduras. Esta es la manera en que se contagia el virus sika, el chikungunya, la fiebre amarilla, la malaria e incluso el rotavirus, para el cual actualmente no existen vacunas en los hospitales del país.

En adición, el especialista comenta que el olor de las heces y materia orgánica no es lo único que están respirando los niños de la zona. Las aguas de las cloacas traen además desechos industriales, provenientes de fábricas productoras de todo el estado, por lo que contienen amoníaco, cloro, sulfuros, fosfatos y otras sustancias tóxicas, que al pasar por la nariz y garganta, irritan y con el paso del tiempo pueden causar bronquitis, neumonía y problemas de tráquea. Especialmente los más pequeños son vulnerables a desarrollar un ataque de asma que podría ocasionar su muerte.

Finalmente, de acuerdo con el Dr. Sánchez, los alumnos de la Escuela Antonio Carillo estarán propensos a desarrollar enfermedades gastrointestinales, ya que el agua de las cloacas viaja por el aire en forma de aerosoles que se alojan en las paredes, el suelo y los barandales de la institución. Cuando los niños entran en contacto con estas superficies y luego tocan sus alimentos, podrían contaminarlos, pudiendo fácilmente desencadenar una epidemia de hepatitis, gastritis, salmonellas y otras enfermedades, de las cuales ya han sufrido algunos niños de la comunidad de Pueblo Nuevo, según un habitante de este sector, José Rafael Torres.

“En este caso, lo más recomendable sería cerrar la escuela”, opinó el Dr. Sánchez, quien considera que actualmente Hidrolara es cómplice del foco epidémico presente en la zona, así como del riesgo biológico en el que se encuentran sus habitantes.

 

Cómo puede solucionarse

La comunidad ha denunciado repetidas veces a Hidrolara, ente responsable del servicio de las cloacas, por lo que los recursos para la obra que solucionaría el problema fueron aprobados el 6 de enero del corriente año, según un documento oficial del Consejo Federal de Gobierno.

“Tengo una constancia que prueba que el dinero fue entregado al gobernador Henri Falcón en esta fecha. ¿Qué hicieron con ese dinero?”, inquirió Vilma De Petit, miembro de la comunidad de Pueblo Nuevo y una de las principales denunciantes, en vista de que hasta la fecha no ha iniciado el proyecto de reconstrucción de cloacas.

“Si ya los recursos fueron entregados, ¿por qué no empiezan la obra? Queremos saber por qué nos siguen poniendo trabas, colocando audiencias, haciéndonos ir hasta la sede hasta que algún día retomen el caso”, expresó Esteban Oropeza, otro de los denunciantes que tiene siete meses de espera desde la última audiencia en la que participó.

 

“Háganlo por los niños”

Integrantes de la junta directiva de la escuela “Antonio Carrillo” expresaron su preocupación por la situación de salubridad que los albergará este año. “Sabemos que es un caso que tiene mucho tiempo, pero ahora que Hidrolara conoce las consecuencias que puede traer sobre la escuela, lo instamos a que actúe rápido, de modo que no lleguemos al punto de suspender clases para proteger la salud de los niños”, afirmó uno de los miembros manera anónima.

Del mismo modo, la fuente explicó que la suspensión de clases afecta principalmente a los alumnos, ya que estos son quienes se perderían de contenidos importantes para su educación, la cual es un derecho consagrado en la Constitución Nacional y por lo tanto, debería ser resguardado por todo organismo público.

Al respecto, José Torres exhorta a las autoridades correspondientes a agilizar el proceso de tribunales y demás formalidades. “Háganlo por los niños. Ellos son inocentes de todos los males, y también son los más propensos a enfermarse. Si la familia del gobernador viviera en esta calle, sabemos que tendrían solución inmediata. Pero como no es así, no hay planificación ni organización en recursos materiales y financieros”, afirmó.

Torres cuenta además, que hace dos años vivía en familia, con su sobrina y la pequeña hija de esta, pero debido a la contaminación, ambas tuvieron que mudarse para evitar que la pequeña contrajera hepatitis y dengue, del cual estaban sufriendo los niños de la cuadra a causa de los zancudos. “Ellas perdieron su hogar y yo perdí a mi familia, como consecuencia del problema de las cloacas”.

La problemática de las cloacas en Pueblo Nuevo persiste, a pesar de que el proyecto para solucionarla fue aprobado hace dos años. En muy poco tiempo, la escuela reiniciará las clases, y el riesgo por intoxicación los estará esperando hasta que las autoridades correspondientes reúnan los esfuerzos para atenderla.

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