¡Despierta!

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Venezuela es una cárcel, y los carceleros están logrando su objetivo, quebrar el espíritu de todos aquellos a quienes ha sometido.

Basta deambular por las calles para percatarse del abandono emocional al que muchos han llegado, la tristeza ha colmado hasta las iglesias. Al evidente deterioro físico de la ciudad en general, tanto en sus espacios públicos como privados, se ha sumado el deterioro emocional de la mayoría de las personas. Esto sin duda es comprensible, pero hay argumentos racionales para que esto no sea así.

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La primera interrogante que debe plantearse es si el Gobierno está más débil que hace un año, o por el contrario se ha fortalecido. Todo sugiere que la respuesta es la primera, la tormenta económica a la que ha sido sometido el país durante el presente año sin duda ha sumado personas descontentas con quienes llevan las riendas del país. El hecho de que quien está en el Poder grite más duro y actúe con mayor violencia no significa que sea más fuerte, de hecho pudiera ser una señal inequívoca de su debilidad y temores.

Además de los factores internos que sin duda han debilitado a quienes gobiernan, las señales desde el exterior también son bastante claras en cuanto al cambio de perspectiva sobre el carácter antidemocrático del Gobierno. Particularmente lo ocurrido con la suspensión del Referéndum Revocatorio terminó de encender las alarmas a nivel internacional. Las posiciones de los países de América del Sur, los mensajes que llegan desde distintos países y organismos de otras latitudes, dan cuenta de una comunidad internacional más realista sobre lo que en verdad está pasando en Venezuela.

Si los argumentos anteriores son ciertos, ¿por qué la sensación de desesperanza? Ver un liderazgo desarticulado, a centenares de personas que salen como pueden del país, la escasez de todo menos de inseguridad, sin duda son factores reales que debilitan el espíritu de cualquiera, hasta el punto de hacerle creer que otra realidad no es posible. Paradójicamente la única manera de cambiar esa realidad comienza por cambiar la actitud personal, y con esto no se trata de lanzarse a los brazos de una Fe ciega, sino actuar con la convicción que cada aporte para el cambio vale.

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El venezolano es luchador, noble, y sobre todo siempre se ha dejado acompañar de la alegría y la esperanza. El primer reto de hoy es no dejar que quienes están en el Poder nos convenzan de lo contrario. El segundo gran reto es pasar de la búsqueda individual de la sobrevivencia a la organización, a la articulación de quienes quieren un cambio. Unirse a otros no para “tumbar” gobiernos, pero si para construir propuestas desde la acción, y para ello actuar sobre el entorno inmediato es la clave. ¿Por qué no organizarse para atender los problemas como la inseguridad?, por citar un ejemplo.

Venezuela cambiará, saldrá de este atolladero histórico. De hecho, están dados todos los factores para que el proyecto inviable que hoy domina al país llegue a su fin, pero como todos los cambios históricos faltan esos últimos factores que terminen de inclinar la balanza hacia el otro lado. Cuando eso ocurra el venezolano despertará y se dará cuenta que siempre tuvo la posibilidad del cambio en sus manos, y también se percatará que a pesar de muchas cicatrices que este triste período de la historia le habrá dejado volverá a creer en un futuro.

Diego Lombardi
Twitter: @lombardidiego

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