En el siglo XXI, marcado por los procesos de globalización, Cuba tendrá que avanzar de forma sistemática y permanente hacia fórmulas legales que acomoden la creciente transnacionalidad de su población.
Aunque situada en diferentes espacios geográficos, la población radicada en la isla tiene y desarrolla vínculos cada vez más estrechos con su diáspora, formando ambas un todo indivisible: la nación cubana.
“La Diáspora Cubana en el siglo XXI” es el título que se otorgó a un excelente trabajo realizado por el Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida. El informe fue elaborado por una Comisión que inició sus trabajos el 12 de febrero del 2011 y estuvo compuesta por los académicos cubanos Uva de Aragón (Universidad Internacional de la Florida), Jorge Domínguez (Universidad de Harvard), Jorge Duany (Universidad de Puerto Rico) y Carmelo Mesa-Lago (Universidad de Pittsburgh), se sumó en el mes de marzo Orlando Márquez, director de la revista Palabra Nueva de la Arquidiócesis católica de La Habana y Juan Antonio Blanco, del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida, quien actuó como coordinador del trabajo de la Comisión y fue también coautor del texto.
Entre sus recomendaciones cita el informe:
(…) Al gobierno de Cuba:
Hacer una declaración de principios sobre la política migratoria. Del mismo modo que el gobierno cubano ha declarado una nueva etapa en las relaciones del Estado con el sector privado nacional y ha llamado a un cambio de mentalidad que sustituya la demonización anterior de ese grupo social, lo exhortamos a dejar claramente establecido que pretende hacer lo mismo en relación con la emigración y con la diáspora cubana (…).
El desastre cubano es indescriptible. Basta con tener contacto con uno de tantos cubanos que llegaron a nuestro país huyendo del pánico allá impuesto, para integrarnos en una especie de película terror, de capítulos interminables. Basta con oír la letra de aquella canción: “Cuando salí de Cuba”, para compartir el dolor de quienes lo dejaron todo evadiendo un sistema económico y social cruel y despiadado que sumergió en la desesperanza a los hijos de Martí.
Venezuela no es Cuba decían incrédulos quienes aprobaban la imposición de aquel sistema ferozmente brutal escudados en la ignorancia que los llevó al fanatismo ideológico; en avaricias personalistas económicas o de poder.
Hay quienes se denominan hijos de Marx y a la vez se dicen bolivarianos. Laceran la memoria del Libertador y justifican la actitud del esbirro que más lo ha ofendido, tildándolo de tirano, cobarde, miserable, traidor y de cuanto adjetivo peyorativo se le ocurrió.
Venezuela ha suscrito tratados que tienen rango constitucional. La justicia proba es el camino de la paz, no existe otro que garantice más la integridad de las personas y de sus bienes. Son los custodios de nuestros Derechos: La Declaración Universal de los Derechos Humanos, El Estatuto de Roma, la Convención de Palermo, entre otros; son guardianes y protectores de la ciudadanía universal.
De ahí la solidaridad con el personal y la directiva del diario “El Impulso”, tengo la seguridad que ya consiguieron la forma de mantener informada a la colectividad; innovando y siendo pioneros en nuevos métodos de comunicación social.
Los problemas solo sirven para solucionarlos… ¡Adelante!
