Planteamientos – La importancia de equivocarse

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En medio de la situación que vive el país, haber llegado al acuerdo de diálogo, hasta qué punto significa el reconocimiento de los errores. Cuestión de no poca monta en el ámbito político, en general, y en Venezuela en particular.

Habría que reconocer que no resulta fácil para ningún dirigente político asumir ese tipo de actitud. Salvo contadas excepciones, que las ha habido, y por eso han trascendido y parecen constituir un rasgo, entre los que identifican a un verdadero líder. Colocado ante las circunstancia, declararlo públicamente ha pasado a ser, como advierten especialistas en el tema, un típico acto de exhibicionismo propio de esta sociedad del espectáculo. Pero ni siquiera en medio del proceso electoral, estadounidense, al mejor estilo de Hollywood, hay asomos de una conducta en ese sentido.

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La ciega ambición por el poder, convertida en fanatismo por los necios, no deja resquicio alguno para la duda que pueda alimentar la sabiduría, nos diría hoy Bertrand Russel.

Ante la posibilidad de enmendar sus desaciertos, las verdaderas razones morales se encubren con un cinismo sin límites que termina avalando actos de complicidad y corrupción, para hacer recaer la culpabilidad en otros. Recordamos que al final de su gestión gubernamental Jaime Lusinchi, sin dar otros detalles, reconoció haber sido engañado por la banca. El perdón, desde la perspectiva judeo- cristiana, pasa a un segundo plano; la humildad estaría reñida con la soberbia; y el reconocimiento del fracaso, no está en los planes de quienes se creen superiores; incapaces de enmendar para avanzar por otras vías. En “Elogio de la equivocación”, (2013), José María Callejas, analiza el caso de Mariano Rajoy, en España.

Desde las barreras se oyen voces. Las críticas a la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, provenientes desde afuera, son elocuentes. El botón de muestra: Patricia Poleo, J.J.Rendón y Agustín Blanco Muñoz. La lista de errores incluye: el 5 de enero, al instalarse la AN, se anuncio del fin del gobierno de Maduro, en seis meses. El 11 de ese mes, se cumplía la mitad del período gubernamental, pero la solicitud del referendo revocatorio se activó, cuatro meses después. Pasamos por: la solicitud de renuncia, propuesta de enmienda, reforma constitucional, Ley de Amnistía. Llegado el momento, se requerían solamente 195.000 firmas, pero se entregaron 1.995.779, de las cuales 605.727 fueron fraudulentas, según la auditoría del CNE, con representantes del gobierno y de la oposición. Ello motivó a que más de 9 mil denuncias por usurpación de identidad se presentaron en todos los estados.

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Luego vino la “toma de Caracas”, el 1° de septiembre, que culminó en un llamado a tocar cacerolas: el “parto de los montes”, como calificaron algunos críticos de la propia oposición. El 23 de este mes, en la AN los voceros de la oposición aprobaron el enjuiciamiento al Presidente de la República. La reciente convocatoria a Paro Nacional, se cumplió en un 50 %. (¿Ratificación de la polarización?). En la hoja de ruta, se suspendió la “Toma de Miraflores”.

Entramos en una fase de diálogo, algo que buena parte del país esperaba. Entre los dirigentes del Gobierno y los de la MUD, quién hablará claro, reconociendo sus errores y –pedagógicamente- dará una lección de responsabilidad política acerca de la importancia de equivocarse.

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