#opinión: La mafia de las tesis. Por: Crisanto Gregorio Leon

Las casas de estudios superiores en el afán de cerrar el más sublime ciclo del estudiante prevén y mantiene en sus pensa un último requisito. El trabajo de grado como condición sine qua non para asgar la preciada credencial que otorgará a su poseedor, la licencia para desempeñarse en el ámbito profesional con dignidad de blandir un título académico universitario.
El asunto estriba en la manera de hacerse del trabajo de grado. ¿Es hechura del propio estudiante? ¿Es un plagio de otro u otros trabajos de la propia Alma Mater o de otras universidades? ¿Es el resultado de una compraventa en algún cyber? ¿En cuantos locales se encuentra un trabajo de grado o tesis como comúnmente se les conoces, al alcance del bolsillo de quienes puedan comprarla? ¿O es que acaso algunos profesores o tutores son la solución inmediata para el estudiante ávido de un trabajo de grado “instantáneo”?
Pareciera que ya nada nos sorprendiera. Sin embargo la pedantería de quienes se encuentran enmascarados bajo la fachada de personas “impolutas”, capaces de alardear de su profesionalismo o de su rectitud, se pavonean impunemente en y por las aulas universitarias con la destreza del más brillante criminal. No levantan ninguna sospecha, se trata en algunos casos de docentes que andan de bajo perfil, pero también de otros que generando el temor ante la posibilidad de aplazar el “temido trabajo de grado”, dejan correr “la secreta publicidad” entre quienes precedieron la compraventa de “la tesis”, para captar clientes entre los noveles tesistas, en su estrategia del mercado negro.
En algunos casos se trata de “un secreto a voces”, pues los estudiantes saben a quien llegarle o por donde entrar en el “negocio de las tesis”. Es decir, ya en su agenda de hacerse de “un trabajo de grado instantáneo” tienen marcado en su agenda al docente quien por sus grandes dimensiones académicas, por su enorme talla, estatura o altura intelectual, garantizará veinte puntos en la defensa o en la entrevista.
Pero si bien puede tratarse de gigantes intelectuales, igual son pigmeos éticos y eso nos recuerda el pensamiento del más grade hombre de América “El talento sin probidad es un azote”.
Corrijo aquí, tacho allá, critico más acá, genero confusión con mis preguntas, cierro los caminos y le doy minusvalía a las ideas del tesista y consigo lo que quiero. ¡Generar el pánico al estudiante!, quien vencido ante la apabullante verborrea incontinente y ametrallante de tanto conocimiento y ante el magistral respeto y la reverencia debida al profesor que le correspondió como tutor o jurado, no tiene otro remedio que poner en genuflexión su dignidad, su cartera y su cabeza, al servicio de la mafia de las tesis.
Siempre se corren riesgos, porque las mafias tienen sus tentáculos. Gente que justificará, hará caso omiso, desviará la atención, protegerá a sus púgiles de mayor peso en las cuerdas del ring con tal y mantenerse en el negocio, pues poco importa la ética y no faltarán quienes sin mayor aspaviento ni se inmutarán, por sentirse tranquilos en la presunta secreta guarida a la que nadie osará levantar el velo.
Usted está equivocado, ¿como se le ocurre?, eso no puede ser, ¿está usted seguro?, ¿de dónde obtuvo esa información? Y comienza la cortina de humo para obnubilar la investigación o simplemente no hacerla. Entre tanto nada se arregla y todo sigue el mismo camino. Una tensa calma en un secreto a voces. Mientras los inocentes no entienden ni perciben la realidad porque son espíritus de nobleza o porque ya la mafia logró untarles suficiente mentol y no puede abrir los ojos o ven la realidad distorsionada o con un estrabismo provocado.
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