Monseñor Herrera Riera fue un hombre de temple

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Nosotros, como jerarquía, sentimos que un hermano en el Episcopado, quien desempeñó un gran servicio eclesial, como lo fue monseñor Eduardo Herrera Riera, se ha ido del Padre Celestial, expresó monseñor Antonio José López Castillo, arzobispo de la Arquidiócesis de Barquisimeto, en declaraciones suministradas a EL IMPULSO, luego de haber concluido la eucaristía que presidió ayer en la Catedral de esta ciudad.

Monseñor Herrera Riera, recordó, prestó enormes servicios a la Iglesia como obispo auxiliar en Cumaná, obispo ordinario en Guanare, obispo auxiliar de Barquisimeto, obispo de Carora y últimamente obispo emérito.

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En este momento de dolor, prosiguió, debemos recordar que fue un hombre que en todo momento demostró sentir un gran amor a su sacerdocio y a la Iglesia, a la cual defendía y daba la vida por ella, y quien además mostró acompañamiento a los sacerdotes, a los que aconsejaba y orientaba constantemente. Del mismo modo sintió amor al Seminario y a todos los seminaristas, dándoles ejemplo en todos los sentidos para que se prepararan al servicio de Dios y de la feligresía.

Fue un hombre de temple, que nunca temió denunciar las injusticias y apoyar las cosas bien hechas, expuso. En todo instante puso en vigor su firmeza en la palabra, su altura de buen ciudadano cumplidor de sus deberes y, por lo tanto, en reclamar los derechos que asisten a todos los venezolanos. Su constancia en los valores fundamentales del ser humanos le hicieron distinguir como un hombre de gran dignidad, que decía la verdad aunque ésta no le gustara a mucha gente..

Supo amar a Venezuela por encima de todas las dificultades y la defendió hasta el último instante de su existencia. Fue un gran patriota y un gran hombre de Dios, de oración, de buen trato, de servicio, que nunca dejó de pensar y sentir cariño, aprecio y admiración por los campesinos, que tuvo siempre al lado de los más débiles y de los pobres. En este sentido trabajó por elevar la fe y en el desarrollo integral de su pueblo.

Por todas esas magníficas características espirituales y humanas sentimos esa separación humana, pero sabemos que él está con Dios en aquello que predicó siempre con Cristo resucitado. En él se aplica la palabra: Quien cree en mi aunque haya muerto vivirá y todo el que vive y cree en mi vivirá para siempre.

Monseñor Herrera Riera, concluyó el arzobispo de Barquisimeto, seguirá viviendo permanente en el corazón de toda la población caroreña y, en general, larense; y estoy seguro que Cristo, a quien quiso profundamente y le sirvió como verdadero discípulo, lo ha recibido en su misericordia infinita para que participe de su gloria eterna.

Allá se habrá encontrado con sus padres queridos, con sus hermanos difuntos, con la Virgen y los santos, para descansar en paz..

Foto archivo

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