Iniciar el Año de la Fe, como quiere el Papa, requiere antes, cambiar uno mismo. Ese gran pedagogo que fue san Josemaría Escrivá le llegaba a la gente porque les hablaba en sencillo.
Pregunta: Padre, ¡Háblenos del matrimonio! Respuesta: “El matrimonio cristiano es la vez contrato y sacramento; unión de un hombre y una mujer para siempre, y fuente de gracia instituido por Jesucristo.
Hablo del sacramento del matrimonio con emoción, porque recuerdo el cariño de mis padres, cómo supieron en todas las circunstancias de la vida, -que en algunos momentos fueron bien adversas-, animarse el uno al otro, criarnos cristianamente y aceptar la voluntad de Dios con una piedad que era una gracia especial para ellos. El amor humano, cuando es noble y bueno, merece que yo, como sacerdote, lo bendiga con las dos manos”.
A los que estáis asados os felicito; pero os digo que, no os canséis del amor, que procuréis ser siempre jóvenes, que os guardéis enteramente el uno para el otro, que lleguéis a quereros tanto, que améis los defectos del consorte siempre que no sean una ofensa a Dios.
¡No os quejéis nunca el uno del otro! Si os quejáis, es que no os queréis suficientemente, porque siempre tendréis defectos. Los tengo yo a pesar de mis años y sigo luchando contra ellos.
Os llenaréis de felicidad y de ilusión, ellos aprenderán a amar también vuestros defectos y os tendrán siempre entre algodones, sacrificándose dichosos por vosotras. Cuando os améis así, habréis aprendido a querer.
Pregunta: Padre, en el matrimonio no todo es color de rosa. Respuesta: ¡Hijo mió, en cualquier situación de la vida hay espinas y flores! En el hogar también. Quiere mucho a tu mujer, con toda el alma. Procura educar bien a los hijos: procura trabajar bien para ellos, por agradar a Dios y por hacer bien a la Patria. Si lo haces así, merecerás ser llamado hombre leal y hombre cristiano. No hay ninguna contradicción entre esos dos deberes porque se funden en uno solo, como se unen los distintos cabos de una cuerda, que entrelazados forman una maroma”.
Te preocuparás de sacar los chicos adelante, tratando de contribuir activamente a su formación cristiana. No te abandonarás pensando que de eso se ocupa tu mujer. No basta con traerlos al mundo, -eso lo hacen también los animales- sino que debes transmitirle tu espiritualidad, tu inquietud cristiana, tu amor a Dios, tu devoción a la Santísima Virgen.
Pregunta: ¡Padre! ¿Cómo asegurar la paz en las familias? Respuesta: Suelo decir que, en los hogares hay paz, cuando mandan las mujeres y más cuando el marido piensa que él es quien gobierna.
Pero no os convirtáis en unas tiranas, tratando como de acaparar el amor a los hijos. Serías unas infelices. Debéis prodigar abundantemente ese amor a vuestros maridos, y con el cariño vuestro darles también el cariño de los hijos, para que prensen bien el corazón de su padre y le obliguen a colaborar con vosotras en su educación.
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@oswaldo pulgar
#Opinión: Cuando el amor no cansa Por: Oswaldo Pulgar Pérez
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