#Opinión: Herencia y heredero Por: Fernando Pérez Barrios

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Desde mi cátedra

Generalmente todo régimen autocrático funciona en el misterio y el secretismo. El que preside Hugo Chávez, no es la excepción.
Todo el país sabe de las trapisondas por las que ha pasado la enfermedad del mandatario, llenas de duda e incertidumbre, que le ha permitido manipular afectivamente a sus seguidores.
La ha utilizado como medio efectista electoral, que si es válido o no, es asunto de él, mas no la de un mandatario que se precie de respetar y no burlarse de sus gobernados. Al parecer ha llegado el momento crítico de la conocida dolencia, de lo que se desprende de la alocución, donde fue más directo frente a la Nación, describiendo el posible panorama a presentarse en un futuro cercano, ante una ausencia temporal o absoluta, o una incapacidad.
Pero el caso es que lo hace a su manera, no estrictamente como lo establece la Constitución Nacional, solapadamente deja entrever que el período constitucional continúa, que el Vicepresidente, en el lapso establecido llame a elecciones, y como corolario al mandato, voten por él. Así, así es que se gobierna en un despotismo.
De una vez por todas hay que entender que Hugo Chávez no es demócrata, valga la perogrullada, pero hay que ratificar su identificación con el régimen cubano y el objetivo de implantar en Venezuela, un régimen parecido con ribetes de estos tiempos y adaptados a nuestras características.
El propio Hugo Chávez está aclarando su destino, si es cierto o no, como es obvio en actitud manifiesta en un mandatario como él, que ha utilizado la mentira y la farsa como instrumento catequizador, el tiempo lo dirá, el tiempo de Dios es perfecto, es el decir de los cristianos.
Los procesos políticos de esta naturaleza son malvados, viles, con aquellos que les adversan, y allí radica lo antidemocrático, y este es un pueblo democrático, aunque con carencias, no merece se le condene y conduzca por los horizontes comunistas que han diseñado Hugo Chávez y Fidel Castro.
Esta es la herencia de estos 14 años del gobernante convaleciente; aquí no se trata si ha atendido a las clases populares, que es plausible en todo gobernante, y de paso lo ha hecho con un populismo atroz, de lo que se trata verdaderamente es de la construcción de un país de ciudadanos, con visos de inversión, producción y progreso, un país con un futuro alentador, de paz y seguridad, y no de tener una sociedad sumisa y chantajeada para lograr la adhesión personalista y el voto en las elecciones.
La Nación vive un resquebrajamiento de sus valores democráticos y ciudadanos. Ese no es el país que queremos y soñamos, nuestra ilusión es una Venezuela, con una ciudadanía cónsona con la forma de vida democrática, de respeto y acatamiento a la Ley, como regla inequívoca de una nación cordial, tolerante, agradable y culta.
Al compás de esta larga melodía, el Faraón, como representante del Dios RA, en la tierra, cual Ramsés II, y sus 11 dinastías, nos transmite la orden divina sucesorial y anuncia a Nicolás Maduro, como el heredero del trono; lo sorpresivo del caso es que es un civil, pero es el delfín de Fidel.
El citado discípulo, con el estilo del régimen comienza a actuar siguiendo el guión establecido, y llora arengando a sus súbditos, y ante el país en cadena nacional. Pudiésemos esperar que en el ejercicio pleno del poder defina su propia personalidad y pensamiento, sin la presencia del líder, amanecerá y veremos, dice el dicho. Y como dice otro refrán criollo: “Salga sapo o salga rana”, con la gravedad y “compleja situación”, al decir de Maduro, del estado de salud del mandatario, el país se encuentra en ascuas, porque un régimen cuyo talante no es democrático, y uno de sus pilares es crear la anarquía en sectores sociales que le apoyan, e incluso hasta permitirles utilizar armas, se presenta dudas y temores ante un futuro desenlace.
Confiamos en que aún quede un resquicio de racionalidad, sindéresis y de apego a la Constitución. ¡Que así sea!

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