En el oeste no aguantan el racionamiento eléctrico

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Sólo durante la Semana Santa, ocurrieron más de tres racionamientos eléctricos en el barrio Simón Rodríguez, ubicado detrás del Terminal Nuevo que serviría para el Sistema de Transporte Masivo para Barquisimeto (Transbarca), en la avenida Florencio Jiménez. Las familias del sector sufrieron muchas necesidades y este lunes llevaron a cabo una protesta.

Cerraron la mencionada vía en reclamo a la Corporación Eléctrica Nacional y mantuvieron detenido el tránsito automotor durante varias horas de la mañana. Suleima Colmenárez, vecina, declaró que si bien tienen energía eléctrica de manera clandestina, “el servicio no se legaliza por la misma ineficiencia de Corpoelec”.

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Desde hace seis meses, esperan por la culminación del proyecto de electrificación. Los medidores y transformadores fueron comprados por la propia comunidad: “Les ahorramos unos cuantos miles de bolívares y a pesar de eso no hay voluntad en darnos solución”.

De allí que las recientes caídas de tensión hayan causado tantos problemas. En primer lugar, los daños a los electrodomésticos. Arelis Bravo, otra de las manifestantes, expuso que dos ventiladores de su inmueble han sufrido desperfectos por los apagones. Lo mismo sucedió con su nevera y lavadora.

En este sentido, solicitan que la corporación agilice lo antes posible la instalación de los postes y cableados de electricidad para legalizar dicho servicio y también evitar que los artefactos pierdan su utilidad debido a las altas descargas eléctricas.

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Sin embargo, no es lo único que mortifica a las personas de Simón Rodríguez. Con la falta de iluminación durante las noche, porque no cuentan con alumbrado público y los repetidos racionamientos eléctricos, la inseguridad incrementa en ese ámbito del oeste de la ciudad. Asaltos a mano armada, violaciones de mujeres del sector y hasta asesinatos se han cometido en la barriada.

Se trata de una dura realidad que mantiene en vela a los ciudadanos de escasos recursos económicos, sin posibilidad alguna de mudarse a un sitio más seguro.

Asimismo, denunciaron que la ausencia de electrificación tiene paralizado el proyecto de construcción de viviendas. Cerca de 500 familias necesitan una vivienda digna para mejorar así la calidad de vida de sus integrantes y, “hasta que no tengamos luz en el barrio no van a hacer las casas”, dijo la vecina Yelitza Rincón. La Corporación Jacinto Lara está a cargo de la obra.

Finalmente, manifestaron otro de los pesares: la ausencia del vital líquido. Solicitan la instalación del servicio y cooperación de los cisternas mientras aprueban el proyecto de acueducto.
Y en Villa de Jesús II

Mientras tanto, en la misma avenida Florencio Jiménez, a la altura del kilómetro 14, los habitantes de la comunidad Villa de Jesús II, se quejaban de las condiciones habitacionales. Se trata de una humilde barriada constituida hace menos de una década, afectada por la desidia oficial.

La Misión Vivienda, promovida por el Gobierno nacional, hace falta en el popular sector que colinda con la vía Quíbor y donde habitan en humildes ranchos de zinc. Se encuentran hacinados, sin servicios públicos, en pocas palabras, apartados del progreso.

María de Rodríguez, vecina, declaró que el artículo 82 de la Constitución establece la obligación del Estado de darle solución a las personas de escasos recursos económicos para que obtengan una vivienda cómoda, con todos los servicios, a objeto de consolidar una sociedad justa; equilibrada.

“Debe existir verdadera igualdad; no es posible que la población crezca y no tengamos las ayudas del Gobierno. Hay una necesidad: no tenemos casas; vivimos amontonados en los ranchos de zinc, tanto niños como adultos. Es un drama social que el Estado debe tener como prioridad”, sostuvo.

Largas colas de vehículos, livianos y pesados, se formaron en los dos sentidos de la avenida Florencio Jiménez. Los sectores aledaños estaban congestionados porque algunos conductores hicieron de esas comunidades vías alternas.

Las escuelas de primaria de la zona estuvieron afectadas en la salida de los niños debido a la gran afluencia de carros y, por desdicha, no en todos los planteles cuentan con patrulleros escolares.

Otros de los alumnos ni siquiera pudieron llegar a clases por el paso obstruido por parte de los vecinos.

Si bien la Guardia Nacional y efectivos de la Policía Nacional Bolivariana, estuvieron desde muy temprano en ambas manifestaciones vecinales, fue hasta un poco antes de mediodía cuando lograron dispersarlas.

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