¡Gracias Dios mío!
Que me enseñaste
A sonreír y llorar muy poco,
Me enseñaste a descifrar
El idioma de la fragancia
De esas primaveras
Con espigas empinadas,
Y de las aguas desbordadas
De ríos sin destinos.
Háblame con tu lenguaje
Divino y celestial:
El canto del amanecer
Y no el silencio acumulado,
Que duermen en los brazos
De las noches desoladas.
¡Gracias Dios mío!
Haberme permitido,
Llegar a la tercera y última edad,
Que disfruto a cabalidad
Por veredas y caminos
Pintados de lunas llenas,
Todavía sueño hasta
Esta edad de abuelo,
Mi corazón está enamorado,
De una niña moza, un poco
Más que adolescente
Que sonríe con unos labios
De purpura y sus ojos
Llenos de amor y luz…
Que ilumina mi universo.
Gracias, por concederme
Esa ilusión, te adoro
Y jamás te olvido mientras
Viva: ¡Dios Mío!!
¡Gracias Dios mío!
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