LECTURA – LA CASA

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La casa es un espacio de un lugar donde todos entregamos la confianza de vivir. En ella lo natural está presente en muchos casos, despojados del disfraz del vestido. Vestir es un modo de no ser lo que somos. Es en la casa donde disfrutamos de los más fantasiosos sueños dormidos o despiertos. Donde los estados de ira, de malestar, de dolor cuentan en su espacio con su más discreto confidente. La casa oculta el secreto de nuestras lágrimas. Cargada de vitales energías retumba desbordante como un eco la alegría. La risa en su jolgorio no sale a esconderse, nos llena con su desbordante felicidad. La casa es el lugar donde los momentos más íntimos y elevados, en pareja, colman de excelsitudes los deseos de las más exaltadas pasiones en el recóndito espacio de la acogedora alcoba.
La casa es el espacio en donde el fruto del amor, los hijos, son recibidos con acogedora calidez. Donde, prolija la madre, se entrega en sus más delicadas atenciones. La casa es para la mujer, entre las amarguras de la convivencia, un lugar de sosiego; lugar en el cual los hijos, su alegría, pregonan sus voces, se divierten en sus juegos. Es el espacio de la manera más extremada de sentirnos vivientes.
Acogedora en su silencio es íntima, laberíntica, el mundo. Su soledad poblada de voces a ninguno es extraña. El inaudible silencio posesionado de la paz rumorea a veces triste, a veces alegre.  Para todos, única. La casa exhibe en los espacios verticales que la seccionan, preciadas muestras del gusto de sus habitantes. Mullidos lechos, de variada amueblabilidad, además de tantas otras baratijas conviven en ella sin estorbarse. En ella siempre se cuenta con un socializado lugar a donde las necesidades fisiológicas se resuelven. Hasta algún animalito con su inteligencia inaprehensible familiarmente se confunde con los afectos de los amorosos habitantes.  La casa es la muralla para la protección de los cuerpos que albergan confundidos la esencia frágil de la vida. Es la segura fortaleza para la tranquilidad de los sueños  y la persistencia  de la esperanza.
Cuando no se cuenta con una casa,  vivimos el angustiante anhelo de encontrarla, de sacrificar la vida por  tenerla, de superar la tragicidad del   desamparo. Todas las cualidades de las casas son el fruto de los sueños con los cuales la vida nos dota. Como la vida, la casa está en el anhelo soñado de todos los seres. ¡La casa, siempre la casa!  Con el sueño de la casa  el tiempo nos consume.

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