Por la puerta del sol – Seguimos en la médula del huracán usurpador

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“Lo que fui en mi pedazo de tierra antes de la llegada de las carabelas, es lo que siento adherido a mi sangre, a mi piel, a mis huesos, mi alma, corazón y vida; eso es lo que siento que soy dentro de mí, de verdad, a mucha honra”. (Amanda 2013)

Hoy hace 521 años llegó Colón al continente americano. Su primer arrimo lo hizo en Guanahaní isla perteneciente a las  Bahamas. En nombre del rey y de la reina tomó posesión de esas tierras, sin pedir permiso a sus dueños, tal cual lo hacen hoy los nuevos invasores. Desde entonces empezó a escribirse la historia de aquella época alucinante, mágica y violenta llamada el Descubrimiento. Lo que se desató desde esa espléndida madrugada fue un huracán de perplejidad, admiración y terror, momento en el que empezó a desatarse en nuestras tierras la infame invasión, la violencia, los irrespetos y la tragedia producto del poder y la fuerza de hombres incompasivos. Desde aquel instante se encrespó y se puso ¡firmes! la lucha de los pueblos, dispuestos a no dejarse maltratar, ni quitar lo que ha costado esfuerzo y sacrificios, a no perder la libertad ni depositar la fe en quienes ayer como hoy han resultado ser sus peores verdugos.
Desde el “descubrimiento” muchas cosas cambiaron, unas para bien otras para mal: A través de la cultura española pudimos conocer la Filosofía griega, el Cristianismo, el Derecho romano, con la mezcla indio-español nos convertimos en la raza mestiza, aprendimos el idioma que hablamos. Se inició el intercambio de productos alimenticios, de animales, especias, se incentivó el comercio, conocimos la rueda, la ingeniería y técnicas de navegación, la construcción etc. Por otra parte se perdieron vidas, llegaron a nuestras tierras los primeros instrumentos de tortura para castigar a los indios, entre otros la estaca del empalamiento, el garrote lento, la hoguera, el hierro al rojo vivo; igualmente se dio inicio a la esclavitud, la historia de nuestros aborígenes quedó anulada; sus riquezas fueron tomadas, sus cabañas incendiadas, sufrieron hambre violaciones de todo tipo y enfermedades que no existían. Para ellos no hubo igualdad, eran catalogados como inferiores. Desde ese momento quedó ahogada para siempre la cultura indígena prehistórica. Tenemos una historia compartida, pero nada que conmemorar ya que las consecuencias entre el encuentro de estos dos mundo fueron  espantosas y dramáticas para nuestro mundo aborigen.
El español Salvador de Madariaga es quien centrándose en la realidad de lo ocurrido describió como nadie aquel amanecer del 12 de Octubre de 1.492: “La tierra estaba quieta viviendo su ensueño matinal como lo había hecho durante tantos siglos, en bendita ignorancia de lo que significaba aquella mañana fatal que cerraba para siempre una era de paz en los jardines de su alma. Las carabelas se iban acercando a la costa; quebradas, manigua, troncos de árboles extraños, roce de alas de pájaros que se asustan…La isla comenzaba a entregarse a los intrusos, todavía medio dormida, medio en sueños. Gritó un papagayo, un puñado de hombres ligeros y desnudos bajó corriendo hasta la arena y se quedó parado en asombro ante las velas fantásticas. El ensueño de la isla se había desvanecido para siempre. Había muerto una era”.
Tal vez nunca logre el indio olvidar aquel ayer ni pueda su corazón  reparar las heridas del alma, remendar con amor sus velas rotas o lavar las manchadas velas del otro padre genético, ni perdonar. Así y todo nada podrá ocultar que somos hijos del indio y del español como tal,  hermanos para siempre.
Nuestros gobernantes no son mejores que los conquistadores: ordenan no consultan,  reprimen, violan los derechos; aquí no hay  justicia para los excluidos,  la escasez y carestía nos golpea día a día, la discriminación y el engaño son una constante,  se valen del poder para invadir y quitar propiedades, oprimen la manera de pensar, censuran los medios de comunicación, poco a poco nos han ido aplastando la libertad. Nada ha cambiado: seguimos en la médula del huracán invasor, ya no del conquistador sino del hermano indio que gobierna.
El día que indios y españoles nos abracemos y reconciliemos, será el día más feliz después de 521 años de inquina inútil; descansarán en paz nuestros ancestros, seremos iguales, recuperaremos al hermano rechazado, celebraremos la fecha de la reconciliación… En esta vida todo es posible cuando hay amor y buena voluntad.

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