El ojo del escorpión – Nuestro Alfonso Saer…

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Su voz nos transporta hasta el cenit de la excelencia. Un estilo tan cautivante como los episodios que escribe el deporte a través del esfuerzo de los atletas. Sus primeros cincuenta años como periodista deportivo se han convertido en un gran acontecimiento en la región que lo vio nacer. Para miles de cardenaleros es el fiel amigo que nos ha acompañado por décadas en tantos momentos alegres e ingratos del equipo. Cada hecho que desnuda la memoria trae consigo su expresión verbal unida al recuerdo de algo que nos marcó el alma para siempre. Es el fiel heredero de una elite que todavía no tiene sucesor. Francisco José Cróquer fue el gran innovador de la narración deportiva en el continente, voz profunda y sobria con un poder descriptivo que lograba que el oyente sintiera que estaba en el mismo escenario de la acción. Todo un espectáculo narrando el boxeo con ese embrujo que tienen los elegidos. Era tal su hechizo radiofónico que casi todos sus oyentes se imaginaban que estaban en primera fila aquel 29 de de octubre de 1948, en el mítico Madison Square Garden de Nueva York, cuando Willie Pep enfrentó al gran rival de su carrera Sandy Saddler, en la disputa del título mundial pluma, siendo uno de los match más apasionantes  en la historia del boxeo. La muerte lo aguardaba en la calurosa  Barranquilla un 18 de diciembre de 1955. Hierros retorcidos y el veloz Maseratti convertido en prisión eterna de los huesos del menudo aragüeño, polvorienta vía que resultó el sepulcro de un grande. Fue toda una conmoción nacional que hizo que Ondas Populares dejara de trasmitir el beisbol durante mucho tiempo. Su aventajado alumno Delio Amado León tomó el testigo y con el correr del tiempo se convirtió en una leyenda. Era como la referencia obligada, escucharlo significaba vivir el deporte en el portento de su voz, cualquier jugada insignificante tenía destino si quien relataba era el mago de las palabras. Cuarenta años siendo el narrador estelar de los Leones del Caracas colmaron su aureola de éxitos sin precedentes, no necesitó de la expresión altisonante, el chiste cruel o alguna jerga destemplada para cautivar audiencia. Su gran calidad lo llenaba todo. Junto con él creció otro gigante de la narración: Carlos Tovar Bracho. Su amplio poder descriptivo lo acompañó con el magnífico uso del idioma, su narración contenía la magia de Cervantes envuelta en la épica del deporte. Tenía un respeto por la audiencia tan grande que se asemejaba al gran profesor sembrando luces en las mentes de un auditorio, pensamos que Alfonso Saer reúne las mejores características de estos inolvidables fenómenos. Lo más importante es que desarrolló un estilo propio que se abrió campo entre los excelsos para construir un legado que se proyecta en el tiempo como una obra de gran envergadura. Una gran voz entrelazada con un notable poder descriptivo que hace que el radioescucha esté viviendo la jugada al momento de producirse. El Narrador tiene la enorme ventaja de haber sido en sus comienzos comentarista, eso le da la facilidad de describir la jugada sin obviar el análisis que tiene el juego. Pasa de la narración al comentario sin dejar un cabo suelto, virtud de pocos.
En el ciclismo es toda una autoridad. Su voz viaja en las esprintadas por escenarios exuberantes en donde la naturaleza danza en el alma del gusano multicolor, escaladas imponentes por geografías de duro contraste, los músculos luchan por vencer la adversidad mientras el espíritu andariego del agotamiento físico hace estragos. La supremacía del hombre junto a la máquina en duro accionar para mostrar lo ardoroso que resulta este deporte tan singular.  En la memoria colectiva tanto héroes que se alzaron con el triunfo que los hizo inmortales. Olinto Silva llevando la ilusión de miles de larenses que acompañaban su lucha. Tortuosos caminos que descienden  como serpientes cruzando un sendero, esfuerzos terribles por mantener la esperanza a pesar de las complicaciones propias que derivan de la batalla. El ciclismo concita una emoción inigualable, siempre existe la posibilidad del gran asalto sobre la punta. El líder pocas veces está cómodo. Siempre tendrá que enfrentar las asechanzas hasta lo más profundo de sus fuerzas. Cada kilometro es un reto que someter, una expectativa que tiene que manejar con la energía de quien anhela trascender.
Alfonso Saer es un orgullo larense. El radioescucha lo siente como el amigo entrañable. Compañero de alegrías y pesares en el nido del Cardenales. Un paisano excepcional que ha escrito con moldes de oro una trayectoria cincuentenaria que es un ejemplo para todos. Su gran calidad profesional es reconocida en Venezuela. Hoy podemos decir que siguió la senda de los grandes, su labor ininterrumpida lo ha hecho otro inmortal del micrófono…
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twitter @alecambero

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