EL IMPULSO, la casa donde aprendí a escribir

Y ¿qué debo hacer? Fue mi pregunta cuando por primera vez me tocó cubrir una noticia real como periodista, mientras hacía unas pasantías en el diario EL IMPULSO.
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Diciembre de 1999, el ambiente navideño estaba opacado por la tragedia que vivíamos en la vaguada de Vargas. Los damnificados eran tantos que desde La Guaira empezaron a enviarlos a diferentes regiones del país donde les dieran cobijo, alimentación, atención primaria.
Barquisimeto fue una de esas ciudades que recibió a las víctimas de esa tragedia de la naturaleza. Llegaron de manera imprevista a la XIII Brigada de Infantería, un día sábado. Yo estaba en la sala de redacción escribiendo un reportaje sobre el origen de los símbolos de la Navidad, que me había puesto como primera tarea el jefe de Redacción, Luis Rodríguez Moreno.
De repente la hoy fallecida coordinadora de Redacción, María Hortensia, salió de su oficina y fue a la redacción a buscar periodistas, pero no había casi nadie y los que había estaban escribiendo sus historias. Solo quedaba yo (una joven de apenas tercer semestre de comunicación social).
Me miró un poco consternada y me dijo ¡a la calle! “Ve con un fotógrafo a cubrir la llegada de los damnificados de Vargas, entrevístalos, saca todo lo que puedas y tráeme buenas historias”. Yo quedé fría, no sabía cómo “traer buenas historias”. Una de las compañeras periodistas vio mi cara de susto y a mi pregunta casi silente de ¿y qué debo hacer? me respondió: “Las 5 WH, recuérdalo: qué, quién, cómo, dónde y cuándo”. Tomé mi libreta, lapicero y bajé por el ascensor repitiéndole las 5WH como si fuera a presentar un examen. La cobertura de la pauta fue un experiencia increíble que me regaló EL IMPULSO, pero sin duda alguna la mejor experiencia vino después: cuando empecé a teclear, a escribir, a contar historias. Los días siguientes vinieron otras pautas en la calle de diferentes fuentes (sucesos, ambiente, educación, comunidad, cultura) y algunas acompañando a veteranos periodistas que, como siempre digo, “me enseñaron a escribir”.
Hoy 14 años después puedo decir con mucha satisfacción que aprendí a escribir como periodista en EL IMPULSO, a entrevistar, a escoger una fotografía, a mejorar un título en esos pasillos. En esa amplia sala de redacción donde siempre había bromas y amoríos, reforcé esos conocimientos que me habían transmitido mis padres de que la democracia es el mejor sistema político del mundo y que la libertad es un derecho al que no podemos renunciar. José Angel Ocanto me enseñó en su oficina que los medios de comunicación no sólo tienen la obligación de informar a la población, sino que también deben luchar porque se respete la libertad de expresión, los derechos de los ciudadanos y se mantenga la democracia.
Recuerdo esos días y vienen tantos rostros a mi cabeza: Luis Rodríguez Moreno, María Hortensia, Violeta Villar, Angela Ameruoso, José Rodríguez, Jairo Nieto, Oscar Castro, Reinaldo Martínez, Mayra Torres, Dilcia Vizcaya, e incluso los vigilantes que siempre me recibían con una sonrisa y un “leí su noticia, qué buena le quedó”. Todos ellos me enseñaron a sentir esta profesión en la sangre. Lo que soy hoy como periodista, como comunicadora social lo empecé a cultivar en EL IMPULSO.
Lamento profundamente la situación que están pasando y espero que se solucione pronto y de manera satisfactoria, porque quitarle el papel a un periódico es como eliminar las elecciones en un sistema democrático, bajar las santamarías de negocios comerciales, cerrar los aeropuertos de un país, taparle la boca a sus ciudadanos. Apoyo a EL IMPULSO. Apoyo a su presidente, Carlos Eduardo Carmona; a su director, Juan Manuel Carmona; a Gisela Carmona, gerente de Producción y Mercadeo; a José Angel Ocanto, Jefe de Redacción; a Violeta Villar, Jefe de Información; y a todos sus periodistas y trabajadores. Desde lejos, donde estoy, he seguido las marchas en Lara por la web y me siento orgullosa no solo de ser venezolana, sino larense. EL IMPULSO es Lara. Defendámoslo.