CRISIS ¿DE QUÉ TAMAÑO?

La política económica  del Gobierno ha hecho crisis. Una crisis bastante más profunda de lo que los voceros oficiales admiten. No se resolverá con medidas más o menos cosméticas ni con largas cadenas para hablar mucho y no decir nada. La propaganda ayuda un rato pero, como diría Lincoln “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. La demagogia, sea tipo “dakazo” o “guerra económica” no alcanza. Es lo mismo que intentar basarse en la represión para combatir el descontento. Demagogia y represión combinadas son una tentación tan vieja como fracasada.
Tenemos la inflación más alta del continente y una de las mayores del mundo. Producimos muy poco y dependemos de las importaciones como nunca, al punto que incluso compramos en el exterior productos de los que somos exportadores tradicionales, como café ¡y combustibles! Pero las divisas no alcanzan y la moneda se devalúa. La escasez es lo usual y “No hay” es la respuesta más repetida.
La rectificación que la realidad exige al gobierno es profunda. Rectificación en las políticas y rectificación en los equipos humanos que las hagan creíbles. La realidad económica es terca como una mula. Cuando se la trata contradiciendo el sentido común se comporta como un rebaño de gatos. Es imposible.
La crisis amerita una inteligencia para cambiar de rumbo, una claridad de objetivos y un coraje para decidir que no se avistan en el horizonte.
Ojalá que aparezcan. Pronto y en las dosis suficientes. Por el bien del país.