Venezolanos deben ser reeducados en su alimentación

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Orgullo sienten los venezolanos al hablar de la arepa, plato típico y versátil, que incluso es consumido dos y hasta tres veces al día. Pero, ¿es esta culpable de los índices de obesidad presentes en Venezuela?

Para el obesólogo Fabián Acurero la obesidad es una enfermedad crónica multifactorial. Sin embargo, reconoce que hábitos alimenticios propios de la mesa criolla, como el ya mencionado, son también causantes del estado.

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Señala que comerse un jojoto es mucho más sano que comer una arepa de harina de maíz precocida, puesto que el primero le aporta de manera directa nutrientes, mientras que la segunda opción es producto de una molienda de varios tiempos, en la cual se extraen componentes, vitaminas y minerales del maíz. “Cuando comemos una arepa, no consumimos maíz, sino el bagazo de éste”.

Basado en el hábito alimenticio de la arepa como tradición y legado, señaló que es mucho más sano comer una arepa de maíz pilado o pelado. Respecto a la cantidad de veces que se puede comer por día, aconsejó hacer un consumo mínimo, a fin de darle tiempo al cuerpo para quemar ese carbohidrato.

Los latinos deberían consumir más maíz que trigo, pero la mesa venezolana se muestra repleta de panes, arroz, pastas y papa, lo que hace una población propensa a ser obesa y hasta diabética.

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Recuerda que los “viejos” de antes vivían hasta 110 años, a pesar de comer arepa en las tres comidas. Pero esto sucedía porque ellos mismos sembraban el maíz, cosechaban, molían y llevaban al budare.

Una o dos arepas al día no harán del venezolano una persona obesa, pero si esta se consume con pastas, arroces y frituras, lo hará engordar, por las azúcares y la harina.

En la mesa

Un almuerzo común en las mesas venezolanas es el pabellón criollo o la pasta con carne molida, que además puede estar acompañada de pan o arepa, mayonesa y algún refresco de cola. Acurero señaló que de este último plato, sólo la carne es realmente nutritiva y el resto se suele consumir no para alimentar sino para sentir llenura, un grave error.
“Los venezolanos llenamos el estómago de comida, sin importarnos qué tan beneficioso es eso que estamos comiendo”, comentó el especialista.

A su juicio, no existe una cultura alimentaria en Venezuela. “Es preocupante asistir al supermercado puesto que, además de enfrentarte a la escasez, ves cómo comen las personas. Regularmente se aprecian carritos repletos de productos que no alimentan y quienes compran vegetales o frutas dejan que a la semana estos se dañen en sus hogares, por no saber cómo prepararlos y en consecuencia no saber comerlos”.

Una de las excusas recurrentes pareciera ser la falta de tiempo. Pero el hábito inicia con la voluntad de cambiar la alimentación.

El costo de una vida sana

Muchas personas que intentan iniciar un régimen de alimentación sano señalan que los productos son más costosos, al punto de decir que “ser gordo es más barato”.

Al respecto Acurero apuntó que la buena alimentación no se puede ver como un gasto en el presente, sino como una inversión a futuro, ya que de esta manera la persona evita padecer de ciertas enfermedades más adelante y convertirse en un farmacodependiente de productos que controlan triglicéridos, colesterol, índices de azúcar y otros marcadores.

Explicó que la obesidad en los adolescentes y adultos también es causada por no dormir bien, ya que con el sueño se genera una hormona que moviliza los depósitos de grasa.

Responsabilidad del Estado

A principios de 2014 el presidente de Venezuela se expresó preocupado por los altos índices de obesidad registrados, próximos al 38%. De allí que exhortara al viceministerio de producción alimentaria a diseñar una dieta balanceada.

Al respecto, Acurero señaló que el gobierno también es responsable de la problemática, puesto que la oferta de productos de la red pública de alimentación, está constituida en un 70% por alimentos harinados o a base de harina, los cuales también suelen ser vendidos como parte de un combo de harinas, pastas, arroces, azúcar y otros productos, o como condicionante para la compra de un pollo, por ejemplo.

A su juicio el Estado venezolano no incentiva el consumo de frutas y vegetales. Sumado a que proteínas como las carnes, blancas y rojas, han escaseado.

Paleodieta: volver al hábito aborigen

El especialista apoya y promueve retomar los hábitos alimenticios de los aborígenes venezolanos, que previo a la colonización consumían una dieta basada en los productos de la caza, pesca y recolección de algunos tubérculos, según la temporada del año.

Comentó que no fue sino hasta después de la llegada de los españoles que se comenzaron a registrar antecedentes de artritis, diabetes, colesterol o triglicéridos, debido a que estos introdujeron productos como el trigo, la papa y el arroz, para los cuales los venezolanos no estaban genéticamente preparados.

Basada en los hábitos alimenticios del hombre paleolítico, propone entonces la paleodieta.

Comentó que las personas que desean tener un buen metabolismo deben comer seis veces al día.

Un desayuno rico en carnes, pollo, pescado, huevos, algún tubérculo como la yuca, semillas y aguacate.

Recomendó almorzar ensaladas crudas, vegetales cocidos como brócoli y coliflor, y carne, pollo o pescado.

Para la cena indicó que la persona puede comer carne, pollo o pescado acompañado de algún vegetal.

También se deben consumir coco, almendras, nueces, pistacho y merey, excelentes para acompañar los desayunos o tomar en las meriendas. Hizo especial énfasis en el consumo de chocolate oscuro sin azúcar.

Esta dieta permite disminuir rápidamente el índice glicémicos y la obesidad.

Acurero explicó que para que la persona se mantenga en la dieta y haga un hábito de ésta, se requiere imaginación y creatividad de su parte, puesto que de no ser así el régimen de alimentación se puede hacer monótono.

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