La Venezuela chavista se caracteriza por signos sociales muy precisos que dibujan claramente todo un modelo filosófico envolvente de la voluntad popular sometida y pisoteada por la jerarquía militar que se lucra permanentemente de una economía de “mercado negro” estimulada y monitoreada desde las altas esferas gubernamentales. Es así como las tropas se convierten en los custodios y verdugos de un pueblo hambriento que se humilla desesperadamente en las colas para comprar los artículos básicos para sobrevivir. Nos marcan los brazos como becerros, nos gritan, nos maltratan y hasta nos meten presos cuando protestamos o criticamos esta situación irregular que jamás habíamos vivido los venezolanos. Literalmente hablando, el país se ha convertido un gran cuartel lleno de mendigos…
Los demócratas, que somos una aplastante mayoría, debemos tomar conciencia de la situación crítica que estamos viviendo. Porque mientras nos condenan a las penurias de las colas y los abusos de un mercado negro dirigido por el régimen, los jerarcas de la revolución se llevan los productos y propiedades confiscadas, por toneladas a sus casas, se quedan con los consumibles del mes y negocian lo demás en un macabro mercado informal que castiga al pueblo y lo hace cómplice de una distorsión perversa que destruye aceleradamente la economía. Ellos no hacen colas. A ellos los llevan en los aviones de PDVSA a hacer mercado en Colombia, Aruba, Bonaire, Curacao y hasta Miami. Se dan la gran vida mientras nos condenan a vivir las penurias de un país destruido y sometido a esta pesadilla…
La génesis del desmoronamiento de la llamada IV republica, surge precisamente de la brecha social entre la clase política y empresarial dominante, y la miseria de un pueblo condenado a la pobreza. La falta de educación para el trabajo y la cultura del “cuanto hay pa´ eso” permitió incubar el virus de la mendicidad y la viveza criolla como caldo de cultivo de lo que hoy vemos con espanto. Unas variables sociales agudizadas a extremos impensables, para convertir los estratos más débiles en los motores especulativos de una economía pervertida donde impera el mercado clandestino y la ley del más fuerte que impone, juzga, castiga y se lucra.
Negar lo obvio y echar las culpas a terceros con el tradicional lenguaje chantajista y desafiante, ya no da los resultados esperados para el gobierno. La caída en barrena es indetenible. Trataran de llegar a las parlamentarias antes de un colapso terminal y definitivo. Si llegan a las parlamentarias trataran de robárselas como ya es costumbre. El descontento es tan grande y generalizado, aún dentro de la clientela del partido de gobierno, que ni con trampa podrán doblegar la voluntad de cambio que recorre los tuétanos de la republica…
Mis cometarios:
-¿A qué hora y donde hace cola Luis Reyes Reyes para comprar la comidita para su familia?…
-¿Dónde y a qué hora hace la cola Luís Jonás Reyes para comprar su comidita?…
-¿Dónde y qué hora hace la cola Orlando Miranda para comprar su comidita?…
-¿Dónde y a qué hora hacen la cola Diosdado, Cilia, Tareck, Luisa Ortega, los generales, coroneles, el alto mando militar y alto gobierno?…
-La revolución de las colas es solo para los seres inferiores que no estamos enchufados en el partido de gobierno…
Como pasa el torbellino así desaparece el impío, más el justo quedara cimentado para siempre…(Proverbios 10:25)
