En invasión Luz de Dios viven rodeados de problemas

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Desde hace tres semanas, las familias de la invasión Luz de Dios, parroquia Juan de Villegas, no tienen acceso al agua potable por tubería, por lo que deben ingeniárselas para sobrevivir mientras Hidrolara restablece el servicio en algunos sectores de El Garabatal.

Una dama que mantuvo el anonimato, afirmó que realizar las labores domésticas se ha convertido en un lujo, porque ahora deben invertir una fuerte cantidad de dinero para llenar los recipientes.

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Aparentemente, los trabajadores de los camiones cisternas cobran entre 80 y 150 bolívares por una pipa, mientras que por los tanques la tarifa oscila entre 180 y 230 Bs. Asegura que todos los residentes hacen el esfuerzo para costear el recurso, pero frente al alto costo de la vida a veces es muy difícil y se ven obligados a pedir auxilio a los vecinos o parientes de otras zonas.

Ante la dura realidad, la colectividad solicita a la Hidrológica una respuesta oportuna al problema, porque la situación cada vez se complica más.

La entrevistada comentó que buscar botellones también resulta una odisea, pues debido a la escasez de productos que hay en el país, porque tampoco se consiguen en los establecimientos comerciales.

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Vertedero a cielo abierto

La entrada principal de la comunidad

Luz de Dios se convirtió en un vertedero de basura improvisado.

Propios y visitantes son testigos del desorden que allí reina por la ausencia de contenedores, pues según los voceros, el ente con competencia en esta materia, como lo es el Instituto Municipal de Aseo Urbano (Imaubar), nunca ha procurado la instalación.

En consecuencia las moscas, zancudos y roedores proliferan en el lugar. El problema se acentúa cuando los perros callejeros rasgan las bolsas; el desastre es mayor y los desperdicios adornan las polvorientas calles.

A raíz del foco de contaminación, niños y personas de la tercera edad, sufren enfermedades respiratorias, infecciones en la piel y alergias.

Parque abandonado

Los pequeños que habitan en las inmediaciones del cono de seguridad, juegan en espacios recreativos deteriorados. Las madres que acostumbran llevar a los pequeños al Parque Nawara, construido durante la gestión de la exalcaldesa Amalia Sáez, se quejan con frecuencia por el estado de abandono en el que se encuentra.

Carolina Mendoza, quien frecuenta el lugar con su hijo asegura que el lugar era bonito, agradable y colorido, ahora da tristeza, lo menos que parece es un parque debido al vandalismo.

“Las matas ornamentales y piedras decorativas se las robaron, y la grama la dañaron, así como el techo de la estructura. Es necesario que rehabiliten este lugar para que los muchachos se diviertan sanamente”, apuntó.

Además de los arreglos, solicitó alumbrado, porque después de las 6:00 de la tarde es imposible permanecer allí en medio de la oscuridad.

 

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