A Vietnam y China viajó Maduro. La guerra económica y el cierre de la frontera tachirense con Colombia pueden esperar. En un alarde de originalidad, la Ministra del Exterior denuncia injerencia norteamericana en la crisis de la frontera. Fue el Presidente en un avión de Cubana de Aviación ¿Qué se habrá hecho la aeronave presidencial comprada para sustituir al “camastrón”? Varios millones de dólares y ninguna explicación. Va por acuerdos de cooperación estratégica. Se llevó a la Ministro del Sistema Penitenciario. ¿Será que uno de los acuerdos estratégicos será sobre la materia de su competencia? ¿La tendrá en mente para Cancillería? Al fin y al cabo, la Casa Amarilla alguna vez fue cárcel en tiempos coloniales.
Prefiere escaparse de la realidad que afrontarla. Una manera es intentando sustituir con propaganda el deber de plantarle cara a los problemas y resolverlos. Otra, salir de viaje. Irse. En Hanoi y en Beiging podría tomar lecciones de pragmatismo, de adaptación a las demandas de la globalización. Pero nuestros gobernantes prefieren los discursos, las consignas, la nostalgia revolucionaria poblada de menciones a Ho Chi Min y al Presidente Mao. La realidad anda por otros lados, los tecnócratas que manejan la cosa en las naciones asiáticas lo saben, pero los poderosos de aquí, encerrados en sus cuatro dogmas, no se enteran. Vietnam, por ejemplo, al revés e nosotros, ha multiplicado sus exportaciones a China, Japón, Australia, los países del Asia y el Pacífico, Estados Unidos y Europa Occidental.
Cavecol declara lo que todo el mundo sabe, la raíz del contrabando de extracción es económica. Los subsidios permiten unos precios que representan un muy buen negocio para llevarse productos para allá. Es lo mismo con la gasolina. El gobierno prefiere huir de la realidad y no admitir que sus políticas claman por una rectificación. Hasta Hinterlaces refleja que ocho de cada diez venezolanos opina que el gobierno debe estimular la inversión privada. Todo el mundo se da cuenta, menos el gobierno. A los cañicultores les deben tres mil doscientos millones de bolívares, dice FESOCA. Hay que pagar. Es sencillo. No puede ser difícil de entender. Faltan insumos y materias primas para la industria del calzado, antes una de las ramas manufactureras más desarrolladas en Venezuela y ahora muy golpeada.
Como en general la industria. ¿Desde cuándo el gobierno no se da una vueltica por la zonas industriales? Pero no con fiscales que van a matraquear. Humberto Calderón Berti alerta sobre el impacto del fracking en los exportadores de petróleo, mientras el gobierno nunca habla de esas cosas, y los estrategas de PDVSA tienen la vista fija en bajar la producción. Durante el fin de semana anterior, treinta y cinco personas perdieron la vida a manos del hampa.
Nuevas deudas, nuevos compromisos contraídos por un gobierno apremiado del que cualquiera se aprovecha. Nuevas evidencias del severo déficit de sentido común que afecta a los altos niveles gubernamentales. Cadenas, bravuconadas, desplantes. Cualquier cosa menos atreverse a enfrentar la realidad. Para eso, no tienen lo que hace falta.
