Llueve… pero escampa – Derrotemos esta tiranía

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En esta tierra que dista mucho de ser aquella de Gracia como la denominara Colón, porque en aquel momento solo vio las bellezas naturales y no sabía que cinco centurias después pudiesen surgir de sus entrañas seres tan desalmados como el Tirano Aguirre, quien en nombre de la libertad sembraba terror y desolación, se redactó otra página negra de nuestra historia.

Resulta que una jueza provisoria, de esas que no sabe lo que es un concurso de oposición para optar a un cargo y cuyo único mérito es fotografiarse con sus camaradas en el poder, acorraló a su presa cual perra (sin otro tipo de alusión que la canina) para satisfacer y congraciarse con sus amos.

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La moderna inquisidora al mejor estilo de los juicios que le dieron renombre a la ciudad de Salem, decidió enviar a la horca a un inocente para satisfacer a uno cuantos que pedían su sangre en función a acusaciones infundadas e inventadas, sin que se presentara una sola prueba más allá del correveidile y el chismorreo propio de la casa de vecindad en que convirtió el chavismo a lo que fuese la república más próspera del continente.

Es que para los ignorantes e iletrados todo lo que les es extraño es producto de la nigromancia, y para quienes son unos advenedizos en política, porque su educación en esa materia se circunscribe a folletos, panfletos y fascículos que alguna vez ojearon pero nunca leyeron: la separación de poderes y su control recíproco, la alternancia en el poder, el respeto y la tolerancia por las ideas opuestas y la igualdad ante la ley provienen de artes tenebrosas como en una época lo fueron la ciencia, la astronomía, la evolución de las especies o la genética.

Calle y voto es el camino
Frente a la injusticia hubo varias posiciones: unas dignas y otras crápulas.
En la primera están la de Leopoldo López y su familia que dicen seguir la lucha hasta obtener un país decente, sin discriminaciones y con iguales oportunidades para todos y la de los que a pesar de todo (inclusive de la dirigencia opositora) está dispuesta a usar la puerta democrática para intentar sacar a patadas a los que se colearon en la fiesta (los que llegan sin ser invitados son los que más comen y beben).

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En la otra dirección están los salvajes, que son capaces de atropellar y asesinar para provocar a quienes aspiran un país distinto, dirigidos por tarambanas al estilo de Jorge Rodríguez, Iris Varela o Jacqueline Farías que desparraman sus propias frustraciones para satisfacer su sed de venganza. Ahí también están unos, que cada vez son menos pero se creen más porque le dan palo a cualquier mogote por las redes sociales.

Este último grupo es el que dice ante cualquier cosa “se los dije”: sí dejaban preso a Leopoldo López ya ellos sabían la sentencia porque estamos en una dictadura y sí lo dejaban salir era porque había negociado su libertad, además agregan que los que abrigan esperanzas de libertad para los presos políticos son los mismos ilusos que creen en elecciones.

Es el momento para combinar las dos cosas a la que más le temen los tiranos: la presión de la calle y las elecciones, y no vengan con el cuento de que las dictaduras no salen con votos porque Mandela derrotó al Apartheid y hoy nadie recuerda al juez que lo condenó a cadena perpetua por intento de derrocar al régimen gobernante. En la mesa hay una propuesta clara para cohesionarnos y enfrentar a la tiranía, pero todavía hay quienes prefieren remar en sentido contrario.
Llueve… pero escampa

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