No es fácil descifrar lo que el régimen quiere. Habla de ganar “como sea”, las elecciones para elegir nueva Asamblea Nacional el próximo 6 de diciembre. De salir a defender la revolución “si la oposición gana las elecciones”. Qué significa ganar “como sea”. ¿Con trampas, con violencia, desconociendo la voluntad popular? Si el gobierno pretende una acción a lo Jalisco, que “nunca pierde y si pierde arrebata,” para qué entonces elecciones? Estas no son más que palabras amenazantes para crear pánico en la población e inhibir la participación en las elecciones del 6 de diciembre, que ya se estima superior al 80%. Simultáneamente el régimen propone un diálogo con la oposición, no sé si pre o post-electoral. Luce contradictorio, por decir lo menos, el lenguaje oficial.
Algunos han comprado la oferta gubernamental del diálogo. El gobernador Falcón ha manifestado su acuerdo, allá él, e incluso se ha deslindado del Secretario Ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba, quien manifestó su desacuerdo con ese diálogo y la denunció como falsa e insincera. Estoy de acuerdo con Chúo, el gobierno ni practica ni quiere diálogo. El régimen quiere confrontación, es donde sobrevive. Además, ya hay pruebas suficientes de la insinceridad del régimen cuando habla de diálogo. Por supuesto que todos estamos de acuerdo con un diálogo sincero, claro, con metas y objetivos concretos. Pero esa práctica es imposible con el actual régimen venezolano. Ya se probó después del 11 de abril de 2002. Chávez juró ante un Crucifijo y lo besó, que habría diálogo y entendimiento. Todo fue mentira. Luego de sentirse recuperado en el poder, volvió por sus fueros y nunca hubo diálogo.El año pasado cuando el problema de “la salida”, el régimen, apurado por varios países amigos, abrió un diálogo con la oposición que nada duró. Se nombraron unas comisiones, se fijaron varias reuniones, la oposición pidió la libertad de los presos políticos y nada se logró, salvo un debate televisado que el régimen no quiso continuar por lo mal que quedó.
De nuevo el régimen habla de diálogo ante la proximidad de una nueva Asamblea Nacional que no será roja rojita. Por supuesto, si gana la oposición, como todo parece indicar, el diálogo será distinto a si gana el gobierno. Una derrota del chavismo es saludable para el país y para ellos. Podrá depurar sus filas y dialogar con una oposición que desea hacerlos reflexionar para liberar a los presos políticos, respetar los derechos humanos, abrir la economía al sector privado nacional e internacional, fortalecer la moneda, parar la inflación, respetar las universidades autónomas e independientes al igual que al poder judicial autónomo, combatir la delincuencia y fortalecer la libertad de expresión.
El gobernador Falcón puede estar de acuerdo con el diálogo. El régimen ya ha desatado su violencia. Yo preferiría esperar a ver qué pasa. Una vez se logre un cambio en la Asamblea Nacional, sentar adialogar a un gobierno derrotado, será fortalecerla libertad y la democracia.
