Pedro Fernando Tonoche Clemente (45), conocido como “Guilo” en la zona, estaba trabajando como vigilante de un terreno en la avenida Florencio Jiménez, entre calles 2 y 5, a pocos metros del Core 4 de la Guardia Nacional.
El lugar servía como estacionamiento para camiones, maquinarias pesadas y depósito de algunos materiales de construcción. Pedro era de confianza de los dueños del terreno por lo que les permitieron que viviera allí y adecuara un cuarto, ya que era de Caracas, pero tenía 12 años trabajando en Lara y tres años con ellos. Algunos días salía en la madrugada para hacer la cola en el Mercal y poder pasar bien temprano para comprar los alimentos.
La noche del jueves unos sujetos, se presume que tres, ingresaron al terreno para tratar de llevarse los objetos más valiosos, pero fueron sorprendidos por Pedro y estos no dudaron en atacarlo, al parecer primero con un tubo para tumbarlo y después con un punzón y un pico, hasta dejarlo sin vida.
En la mañana, un grupo de trabajadores llegaron a buscar los camiones, después de varias horas tocando y al no salir uno de ellos decidió saltar la pared y se encontró con el cuerpo de Pedro tendido entre los escombros, muy cerca de una casita para mascota. Ante la impresión salieron a buscar ayuda y vieron pasar a unos funcionarios de la Policía del estado Lara que andaban en moto, quienes entraron para conocer lo sucedido. Posteriormente le notificaron a los propietarios, quienes llegaron a los minutos.
Para confirmar que se trataba de un robo, estuvieron revisando que objetos faltaban y notaron que no estaban unos esmeriles ni las llaves de la puerta pequeña del portón, por lo que deducen que los antisociales salieron y se las llevaron.
Inseguridad desbordada
Al correr la noticia de que habían asesinado a un trabajador de un local, los comerciantes de la avenida se acercaron hasta el lugar y manifestaron su preocupación ante la alta inseguridad que se vive en la zona.
Contaron que el martes de esta semana varios sujetos armados llegaron a un local de ventas de repuestos y bajo amenaza despojaron de celulares y demás pertenecías a quienes se encontraban allí. Los propietarios denunciaron ante las autoridades policiales con la esperanza de que hagan más patrullaje por la avenida.
En un taller de vehículos en los últimos tres meses han llegado a robar tres veces, especialmente a los clientes que esperan por sus carros. En la iglesia también ingresaron unos antisociales y se llevaron los aíres acondicionados. En otro establecimiento hicieron un boquete en la pared en horas de la noche para llevarse la mercancía.
Los dueños de los negocios han acudido a todas las medidas de seguridad; en algunos han colocado cámaras de vigilancia, pero se las roban o las parten, en otros han instalado cerco eléctrico y los delincuentes han roto los avisos para tratar de entrar en las madrugadas.
Muchos optaron por colocar rejas, pero igual sus clientes siguen siendo las principales víctimas.
En las paradas de rutas y Transbarca es común ver como los sujetos a bordo de motos o a píe les llegan a los pasajeros para quitarle las pertenencias, especialmente celulares.
Los comerciantes se quejan de la efectividad de los cuadrantes de seguridad, afirman que no funcionan porque llaman y no atienden las denuncias. En el caso del Core 4, a pesar de estar en la misma avenida no prestan apoyo ni siquiera cuando la comunidad lo solicita.
