Desde horas de la madrugada de ayer, parte de la avenida Libertador, a la altura de Pata e´ Palo y de la avenida Carabobo, se encontraba con los accesos cerrados por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). La sede del comando de la policía estaba rodeada por el grupo antimotín. Aparentemente los detenidos estaban alzados y por ello serían sometidos a una revisión.
Aproximadamente 132 privados de libertad se encuentran en dichos pabellones, divididos en tres celdas. La número uno y dos tienen entre 50 y 63 detenidos, mientras que la tercera 18 presos. Dentro de ella se encuentra algunos que padecen enfermedades como cáncer o que han sido sometidos a alguna intervención quirúrgica en fecha reciente y por eso su condición de salud es delicada.
Según denuncian los familiares que estaban aglomerados en las afueras del comando de la PNB, desde que se hizo el cambio de comandante comenzaron a poner “peros” a la comida que llevan y mucha es devuelta. Además aseguran estos padres, madres y esposas, que sus familiares son maltratados desde el pasado lunes.
“Escuchamos algunas detonaciones y gritos de los muchachos esta mañana y no nos dicen nada”, comentaban las damas.
A eso de las 10:00 de la mañana abrieron el portón para sacar a dos privados de libertad, entre ellos uno que es evangélico y un detenido que tenía todo el rostro ensangrentado, de nombre Carlos Montilla. Los montaron en una patrulla de la PNB y fueron trasladado hasta la emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda. Montilla sufrió un golpe en la boca que le ocasionó el sangramiento. Según la familia fue golpeado por los efectivos, mientras que los uniformados manifestaron que se pegó cuando iba saliendo hacia el patio.
Cabe destacar que uno de los compañeros lo acompañó hasta el centro asistencial. “Ellos no se pueden dejar tocar por un funcionario. Eso mancha la rutina y les puede costar hasta la vida”, explica una de las esposas de los detenidos, según dice porque son normas que tienen los detenidos en los centros de reclusión.
Desesperadas
Una vez que los familiares que allí estaban vieron salir a Montilla, comenzaron los llantos y desesperación porque no sabían del bienestar del resto de los detenidos. Los efectivos del PNB colocaron tres camionetas en posición de salida como si fueran a sacar más personas heridas y esto caldeó los ánimos de los presentes, quienes gritaban e insultaban a los policías.
Una comisión de la Guardia Nacional (GN) llegó en apoyo, así como funcionarios del Cuerpo de Bomberos de Iribarren, porque supuestamente los detenidos amenazaban con quemar las colchonetas.
Trascendió que derrumbaron parte de unas paredes y teniendo conocimiento que dentro de los calabozos había presencia de teléfonos celulares, estupefacientes y supuestamente armas blancas, procedieron a sacarlos para hacer una requisa. Una dama estaba en representación del Ministerio Público, pero ella no se acercó a los familiares, quienes dicen sentirse desamparados por este órgano porque nunca dan respuestas a pesar de todas las denuncias que han colocado.
No le pasan medicinas
Las mujeres allí presentes aprovecharon la ocasión para indicar que los reos padecen de sarna, problemas respiratorios, así como absceso en distintas partes del cuerpo.
“No les pasan nada de medicinas”. Aseguran que en el lugar está un joven que padece de cáncer y que en varias ocasiones se ha visto complicado.
Recuerdan que se encuentra aislado de todo el resto de los detenidos el delincuente que fue violado por unos efectivos, quien padece de constantes hemorragias, sin que hasta la fecha haya sido trasladado hasta un centro asistencial.
En el lugar no hubo voz oficial que informara a los representantes de los medios de comunicación sobre lo ocurrido.
