Es una morenita delgada, de ojos grandes y cabello ondulado. Debería estar jugando con las muñecas, pendiente de sus amiguitos o de comer uno que otro dulce, pero no es así. Su inocencia fue destrozada, ahora llora y tiene crisis cada vez que lo recuerda. Es que ella presenció cuando dos delincuentes arrodillaron en la sala de su casa y posteriormente le dispararon en la cabeza a su madre Nohemí Luzmarina Meléndez (29).
El homicidio se consumó en la carrera 17 con calle 12, al final de la avenida Ribereña, en el barrio La Feria, a las 7:50 de la noche del sábado.
La buscaron
Meléndez es madre de tres menores de edad, de 12, 9 y 6 años, los dos primeros de padres distintos la pequeña era fruto de su relación con Javier Colmenárez, con quien tenía ocho años conviviendo.
“Era una mujer de carácter fuerte, un poco grosera y respondía a todo”, indicó su pareja, pero desconoce si ella había tenido alguna discusión con alguna persona.
Sus vecinos, quienes no quisieron identificarse por temor a represalias, observaban, parados en el callejón de tierra, y comentaban que allí estaba la niña que había visto todo.
Luego de pasar frente al porche de una casa, está la vivienda en donde viven las cuñadas de Meléndez. Detrás, la morada de la víctima. Es de bloques, aún no está frisada.
Los vecinos comentan que al mediodía del sábado llegó un sujeto a quien llaman “El Peto” o “El Parcero”.
Es el líder de una banda denominada “Los Colombianos”. Eran dos. Se apreciaba que “El Peto” debajo de su franela andaba “calzado”, palabra que usan en la barriada para indicar que iba armado. Se acercó a la casa y buscaba a Meléndez. La llamó.
La mujer se asomó y al verlo algo sospechó no quiso salir de la casa.
Desde el interior Meléndez discutía con el hombre y él afuera profería gritos, pero desistió y se fue.
Robaron
Meléndez pasó todo el día tranquila, atendiendo a sus hijos, comentaba su esposo. Eran las 7:50 de la noche del sábado y una sobrina de la pareja, de 24 años, también estaba en casa. Meléndez le estaba sirviendo la cena a sus hijos, cuando llegaron dos sujetos encapuchados.
A los tres hijos de la ama de casa y a la sobrina los encerraron en uno de los cuartos, mientras a ella la tenían en la sala.
Uno de los hampones comenzó a recoger todo lo que veía a su paso: un dinero que guardaba el esposo, una licuadora, un televisor.
En plena acción delictiva Meléndez supo que “El Peto” era uno de los encapuchados, logró reconocerlo y él se dio cuenta.
Sacó a la muchacha de 24 años del cuarto, dejó a los niños encerrados, pero la de seis años se fue junto a la tía. Los hombres tenían arrodilladas a las mujeres.
“Vete, tú no tienes que ver lo que va a suceder”, seguido de una grosería, le dijeron los delincuentes a la niña de seis años.
“No. Ella es mi mamá y yo quiero ver qué le van a hacer”, decía la pequeña, inocente ante todo.
“El Peto” era quien estaba armado, le dio con la cacha de la escopeta calibre 12 a la sobrina de Meléndez. Posteriormente el otro sujeto ordenó que la matara y sin que le temblara el pulso lo hizo, delante de la pequeña.
Acto seguido, los hampones salieron corriendo con lo robado, saltaron por unos ranchos de zinc que están ubicados a mano izquierda y de allí tomaron hacia la quebrada. Se perdieron entre la oscuridad los criminales.
Mientras que la vida de Meléndez se apagaba frente a los ojos grandes de su pequeña niña que vio cuando se desplomaba al recibir el disparo en la cabeza.
“No entiendo por qué si ya habían robado no se fueron, ¿por qué no le respetaron su vida? La vida vale más que todo eso que se llevaron”, indicaba Milexa Meléndez, hermana de la víctima.
La dama fallecida era la menor de seis hermanas.
Quedó en la casa
El cadáver de la mujer quedó tendido en la sala. Los niños fueron sacados, mientras llegaban los funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc, quienes hicieron las respectivas inspecciones en la escena del crimen e iniciaron las averiguaciones del caso.
El cuerpo fue trasladado hasta la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda, en donde su esposo esperaba retirarlo la mañana de ayer.
El móvil que manejan los sabuesos es el de la venganza, pero aún no descartan otras hipótesis.
En tanto, la pequeña se encontraba en casa de su abuela, había presentado varias crisis, recordaba lo sucedido y lloraba.
Los familiares de la mujer esperan que los investigadores den con el paradero de este par de hampones que le desgraciaron la vida a una niña inocente, al acabar con la vida de una mujer a sangre fría.
Un crimen que fue perpetrado con alevosía y crueldad, causó gran conmoción entre la comunidad.
