¡Dios nos abandonó!

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Esa fue la triste expresión de un hermano cristiano, acongojado, frente a la dramática y hasta trágica situación que está viviendo el venezolano hoy. Y es la misma opinión que seguramente está fluctuando en la mente y en el corazón de mucha gente buena que vive en este país. Obviamente, no la tenemos nada fácil y los pronósticos que avizoramos en el firmamento y en el futuro no son nada halagadores. Pero, si nos apartamos de Dios, sumergidos en el pesimismo y manejando el criterio que nos abandonó, con toda seguridad nos irá mucho peor.

Vivir así es muy injusto, por cuanto a pesar de las luchas, problemas y decepciones que podamos tener en este miserable planeta, Dios no quiere eso para sus hijos. Él no quiere vernos deambulando por la vida, frustrados, tristes, melancólicos y hasta iracundos por la situación que estamos viviendo.

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Por ello, esta reflexión es de fortaleza. Primero, debemos estar consientes que muchas de nuestras desgracias son producto de nuestras malas decisiones. Y Dios no interfiere en las mismas. Por eso se llama “libre albedrío” Ahora, si un hijo nuestro decide irse de la casa y tomar un camino equivocado, o hace una decisión errada, ¿somos nosotros culpables de ello? Y de paso ¿lo abandonamos a su suerte? ¡Por supuesto que no! Y si nosotros no lo hacemos, que somos pecadores, de amor imperfecto, ¿Cómo pensar que un Dios cuyo carácter es amor, que dio a su propio hijo en la cruz del calvario para nuestra Salvación, pueda abandonarnos? !Imposible! Somos nosotros, por ser un pueblo de dura cerviz, quienes nos apartamos de Dios. Es la criatura que se aleja. ÉL no. ÉL diariamente nos busca, nos habla y nos llama. Nos marca el camino que debemos seguir, pero nosotros hacemos caso omiso a ello por autosuficientes y sufrimos las consecuencias. Se demostró cuando Adán y Eva pecaron en el mismo Edén. Cuando no los vio aquella mañana después de la caída les llamó. “Adán dónde estás”. Más Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Génesis 3:9. ¿Cómo creer que un Dios todopoderoso, omnisciente, omnipresente y omnipotente, creador de todo, pueda olvidarse de la criatura? Más aún, desciende a donde está y le llama.

Amigo, Dios sabía perfectamente lo que había sucedido con la pareja edénica, pero esperaba que su hijo viniera y le contara todo para restaurarlo. Pero el pecado ya se había enseñoreado de su mente y se escondió. Y más tarde, cuando les preguntó qué había pasado, ambos culparon a Dios. ¿Lo recuerdan? “Y Dios le dijo: ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”. Génesis 3:11-13. Esa es la triste historia de la humanidad. Echarle la culpa a otros para esconder las nuestras. Hasta el extremo, de hacer a Dios responsable de los errores que cometemos.

Como ya lo dijimos, Dios no es el autor de nuestras desgracias. Son nuestras malas decisiones las que nos llevan al crisol de las pruebas y Dios lo permite para evaluarnos y ver hasta donde somos capaces de seguir confiando en él. Y ese es el llamado de hoy. Él lo puso muy claro desde siempre. Dijo: “En el mundo tendréis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33. Y esa debe ser la actitud “Confiar…” ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.

William Amaro Gutiérrez

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