Rezan para que José Alejandro vuelva a casa

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Aferrada a una fotografía tipo carné de su hijo,  Gregoria Vásquez no pierde la esperanza de volver a escuchar la voz del mayor de sus tesoros, la cual no oye desde el pasado miércoles 14 de septiembre, día en el que José Alejandro Rea Vásquez, de 21 años de edad, salió de casa para no retornar. Nadie sabe de su paradero.

Tiene más de una semana sin poder dormir bien. Cuando logra cerrar sus ojos, se despierta por la ansiedad que le hace soñar que ha vuelto, pero no.

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Rea Vásquez, partió de su humilde hogar, ubicado en una comunidad vecina de El Garabatal llamada 4 de Febrero, al oeste de Barquisimeto, vestido con pantalones de color azul marino, tipo colegiales, chemise morada con rayas blancas, debajo una franelilla gris y botines Converse de color verde, algo desgastados.

Con los ojos llorosos y la voz entrecortada, la madre desesperada explicó que, antes de partir, el joven le dijo que iba a buscar trabajo hacia el centro de la capital larense y aprovecharía el viaje para vender pan dulce, pues así se ganaba la vida desde alrededor de dos meses, luego de que venciera el contrato que tenía como vigilante con una empresa del municipio Palavecino.

Con un “ahora vengo mami”, se despidió.

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Manifestó la progenitora del hoy extraviado que, cuando este sale a comercializar los panes dulces, generalmente vuelve a eso de las 6:00 p.m. aunque hasta el sol de hoy su familia no sabe nada de él.

Su hijo de 8 años pregunta por su papá, aunque no hallan qué decirle. Otro de 9 meses de nacido también aguarda por él.

El chamo tiene aproximadamente 1.80 metros de altura, piel blanca, cabello corto de color negro y de contextura delgada,

Aseguraron los familiares que es una persona tranquila, no le busca problemas a nadie y pasa la mayor parte del tiempo con su familia. Por no tener como alimentar a sus seres queridos, estaba desesperado en encontrar trabajo.

“Sé que está bien y pronto va a aparecer”, acotó Gregoria, quien ha visitado todos los centros asistenciales y comisarías de la ciudad en búsqueda de su hijo, sin éxito alguno.

Diagonal a la casa de tablas donde vive la familia Rea Vásquez, sonaba No hay da más difícil de Marco Antonio Solís, canción con la que la pareja y suegra del hoy perdido demostraban la tristeza que les invade.

De reconocerlo en algún sitio es necesario avisar a las autoridades, pues ya se reportó la desaparición a los distintos cuerpos de seguridad.

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