Mensajes salomónicos – El nacer y el morir

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Son el inicio y el fin.
Es un lapso inconmensurable.

Cuando nacemos somos indefensos, necesitamos cuidado y atención; no nos percatamos de nuestro futuro, ni de nuestro destino.

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Transitamos el tiempo incomputado desde el principio hasta el final, sin captar la verdad ni sentir la verdad.
Nuestras vidas breves, intermedias o pródigas, se inician desde el alfa y terminan en el omega, en el cero.
Vuestros espíritus escoltan a vuestros cuerpos desde siempre.

La desigualdad entre el inicio y el fin es el lapso transcurrido en positivo y en negativo, en devoción y en abominación, en virtud y en deficiencia, en impetuosidad y en desgano, en adoración y en discordia, en placer y en aflicción.

Nuestro fin es semejante a nuestro inicio: entonces no podemos visualizar y captar, y padecemos de indefensión.
Haréis que el tiempo transitado en vuestras vidas culmine en positivo. Así el espíritu experimentará la felicidad absoluta y el cuerpo se solazará en paz.

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Os digo: Cuando nuestros espíritus se acoplan a nuestro Creador, unimos el principio con el fin.
Cuando nuestros espíritus se entregan al Todopoderoso, excluimos a inicio del fin.

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