En el centro de Duaca, municipio Crespo, las colas se hicieron cotidianas. En todos los comercios hay largas filas de personas esperando para entrar, y no porque hayan productos regulados, sino porque el pago con los puntos de venta es tardío y los clientes se aglomeran.
La mayoría de los “chinos” optaron por cerrar sus puertas para limitar el número de clientes dentro del local y tener cierto control.
Para que las transacciones sean efectivas, tienen que hacerse varios intentos. Normalmente los puntos rechazan las tarjetas por problemas con la conexión.
“Todo el mundo paga con tarjetas porque no hay efectivo en la calle, y las líneas se congestionan” dice el propietario de un comercio asiático. Normalmente eso sucedía sólo los fines de semana, porque había mayor número de clientes, “pero ahora es todos los días y a toda hora”.
Comercios más pequeños no cuentan con punto de venta y aunque sus dueños lo han solicitado al banco, pagar por este sistema es muy costoso, algunos aseguran que los montos superan los 10 millones de bolívares.
Optaron por “alquilar” el punto en locales cercanos. Por ejemplo, una heladería en el centro, acepta pago con tarjetas de débito pero los clientes deben movilizarse a otro comercio antes de recibir el pedido. Por su parte la heladería marca el recibo del punto de venta y al final del día, debe pagar el 5% a la tienda, por cada transacción.
“Esta es la única manera de poder vender porque ahorita el helado más económico cuesta 3 mil bolívares y nadie carga efectivo. Tenemos que sacrificar una parte de las ganancias pero vendemos más” dice Alicia Campos, la vendedora del local.
Algunos comercios no han implementado este mecanismo y lucen un cartel en sus fachadas indicando que “no hay punto de venta”. Estos locales, contrario a los otros, están solitarios. No todos los clientes se adaptan a las transferencias electrónicas.
Altos precios
No sólo los puntos de venta son un problema en los comercios de Duaca, sino que sorprenden los altos costos de los productos que escasean en el mercado venezolano en general.
Un paquete de 12 pañales tiene un valor de 71.000 bolívares en una farmacia. Mientras que una harina pan es vendida hasta en 20.000 bolívares.
También en las calles, los buhoneros instalan sus tarantines donde exhiben estos productos con sobreprecio mientras que las autoridades no se ven en ninguna esquina.
Establecimiento como las carnicerías, exhiben sus mostradores totalmente vacíos y los despachadores permanecen sentados en la entrada, se limitan a cumplir horario. Los propietarios no pudieron reponer inventario de sus rubros y optaron por vender otros productos, por ejemplo, es común encontrarse con un mostrador para carnes ofertando crema dental.
