Absolutamente paradójico que cuando los actores más importantes del escenario político internacional afirman que la salida a la crisis venezolana pasa por la diplomacia, descartando de forma expresa una incursión militar e indicando de manera implícita que para este objetivo diplomático y político es imprescindible la unidad de la oposición democrática, nuestra dirigencia parte en dos el único bastión de resistencia que nos queda o nos quedaba, la Asamblea Nacional.
Y no es cosa de darle la razón a uno u otro bando respecto al caso Zapatero, lo único claro que nos queda a los ciudadanos que soñamos y luchamos por rescatar la Democracia en Venezuela es que nuestros dirigentes son incapaces de buscar una salida negociada entre si y por ello mucho menos serán capaces de encontrar formas diplomáticas de entendimiento en el ámbito internacional, como lo están planteando los países amigos.
José Luis Rodríguez Zapatero es detestado por la opinión pública venezolana y se ha convertido en agente solitario y pestilente del gobierno de Maduro en las instancias globales, no hacía falta una declaratoria legal de nuestro Parlamento sobre su condición de leproso en fuga cuando hubiese bastado una rueda de prensa diciendo lo mismo y con idéntico efecto. Pero no, debíamos asegurarnos que ante los demócratas de todo el planeta se supiera que el odio que nos inoculó el comunismo durante dos décadas corre por nuestras venas y preferimos continuar viviendo en oclocracia que asumir un proceso unitario transparente que sea plataforma firme para la transición.
Algo muy malo nos está pasando cuando antes que ver a nuestros diputados pidiendo la interpelación del Ministro de la Defensa por el asesinato de unos efectivos militares a manos, presuntamente, de la guerrilla colombiana, los observamos en un ritual caníbal donde el único victorioso fue el declarado no grato ya que nuevamente sirve en bandeja de plata a Maduro una oposición fracturada. Ha resultado ser este individuo un errático exitoso al estilo de Míster Magoo o la Pantera Rosa, quienes a pesar de sus torpezas siempre logran triunfar en sus propósitos.
Preocupa en alto grado esta división deletérea entre los partidos políticos cuando el país entero busca la unidad superior donde confluyan las protestas ciudadanas frente a las múltiples y continuadas violaciones a nuestra Constitución. Así tenemos una calle que busca desesperadamente movilizarse nuevamente y unos partidos que siguen jugando al cálculo suicida de tomar ventajas unos de otros usando para ello las mareas caprichosas de la emotividad de un pueblo lacerado por la pobreza, la violencia y las
enfermedades.
Pido a Dios esta angustia por el desamparo la superemos y antes del 10 de Enero del 2019 podamos ver una Asamblea Nacional recompuesta ,decidida y unificada para representarnos ante el mundo como garantes de la legalidad que emana de la Constitución de 1999. Mantengamos la fe. Dios con nosotros.
