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La Gripe Española fue un terrible mal que se esparció por todo el mundo a finales de 1918 y que según las estadísticas, habría matado más gente que la recién culminada Primera Guerra Mundial.
Barquisimeto no se escapó de aquella pandemia y en octubre de 1918 aparecieron los primeros brotes en la ciudad. Los sectores de escasos recursos eran los más afectados y las muertes se multiplicaban, tanto así, que a veces los cadáveres quedaban tendidos en las calles.
Eran los tiempos de la férrea dictadura de Juan Vicente Gómez y se le prohibió a los medios de comunicación existentes hablar de los efectos de aquella epidemia sobre la población.
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Afortunadamente en Barquisimeto recién se había inaugurado el «Hospital La Caridad», primer centro asistencial de la capital larense, dirigido por el doctor Antonio María Pineda.
Este galeno figura como una de las eminencias sanitaristas más destacadas entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX y gracias a sus esfuerzos y perseverancia se hizo posible la construcción del hospital, cuya etapa final se inauguró el 8 de mayo de 1918.
El doctor Pineda impulsó la medicina moderna en la región y el hospital, que fue mudado en 1954 a su actual sede, lleva el nombre del ilustre galeno. La vieja sede es ocupada hoy por el Museo de Barquisimeto.
El Concejo Municipal le confirió su nombre a ese centro que hoy se llama Hospital Central Antonio María Pineda, noticia que por supuesto fue publicada en primera página por El Impulso el 30 de marzo de 1939.
Cabe destacar que las imágenes de este micro relativas a Barquisimeto son originales y fueron realizadas en esta ciudad hace más de 90 años por el pionero de la cinematografía larense, Amábilis Cordero.
Los ancianos enfermos y los entierros igualmente son recreaciones hechas por el cineasta Amábilis Cordero con personajes reales de la década de 1920, material poco conocido que gracias a Elimpulso.com hoy es puesto a la luz para conocimiento del público en general.
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Sumario:
La tala y quema indiscriminada de árboles en el estado Lara se ha convertido en una grave amenaza para el medio ambiente y la calidad de vida de los habitantes. Esta práctica ilegal ha provocado la deforestación de vastas áreas boscosas, lo que ha generado consecuencias nefastas como la erosión del suelo, la pérdida de biodiversidad, la disminución del caudal de los ríos y la intensificación de las sequías.
