Preso político más no político preso lo padeció en carne propia el periodista y escritor barquisimetano Antonio Arráiz (27-3-1903 – 16-9-1962). Una situación que deriva de la relación conflictiva con el Estado bien sea democrático, autoritario o totalitario de izquierda o derecha.
Arráez pertenece a una familia de distinguida prosapia del Barquisimeto de las primeras décadas del siglo XX con presencia en diversos quehaceres humanos. Se le conoce ampliamente por sus destacadas facetas de: cuentista, ensayista, novelista, historiador, poeta, educador con libros de texto que cultivan muy pocos. Son actividades que lo consagran como un brillante intelectual.
No es impasible a la política que abraza cuando joven se compromete en el combate contra el régimen del general Juan Vicente Gómez. Luego de su deceso participa en la actividad política cuando en 1937 es postulado por el Bloque Unión candidato por el estado para las elecciones de diputados. También fue dirigente del PDV. Luego es candidato a concejal por la parroquia San Juan en representación del PDV resultando electo en reñida competencia con Andrés Eloy Blanco de AD.
Purga condena en la cárcel del Castillo Libertador de Puerto Cabello, Cuartel de El Cuño, la Rotunda de Caracas y las Tres Torres de Barquisimeto durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. Le cobraban su rebeldía al cerrar filas, a los 25 años, en las luchas de la Generación del 28, cuyos integrantes desafiaron a la tiranía en el mes de febrero durante los actos de la semana del estudiante en la UCV.
Entre otros figura también su paisano el tocuyano Pió Tamayo, quien recita un poema dedicado al indio. Esa es precisamente una clase social odiada por Gómez, movido por su regresivo positivismo en lo filosófico. Al indio Gómez lo percibía débil e incapaz cuando erróneamente lo compara con la clase dominante.
En esas prisiones sufre la crueldad de los brutales métodos de tortura y castigo de la tiranía del gomezalato, entre estos el de los grillos. Este era un aparato de metal que le colocaban al preso en los pies para inmovilizarlo. Un caudillo primitivo que traicionó a su compadre Cipriano Castro, disfrutaba de esa forma del dolor.
La experiencia en las cárceles gomecista es espantosa por los brutales métodos de tortura y castigo contra los presos. Se trataba de un régimen primitivo violador de los más elementales derechos humanos. Ello más el descaro de Gómez, quien cínicamente le decía a los familiares de los prisioneros que estaban muy bien cuidados en su cárceles. Verdaderos antros de la maldad sin límite alguno que Arturo Uslar Pietri pasó toda la vida por alto al desbordarse en elogio para el déspota. Lo que faltó fue que le levantara una estatua.
Cuatro veces prisionero es un hecho relevante que confirma su espíritu irreductible y firmeza de principios de quien no claudica ante la tiranía. Su primera experiencia como preso político la vive en el Castillo Libertador de Puerto Cabello por el lapso de dos semanas por los sucesos de la semana del estudiante en febrero de 1928. Dos meses después en el Cuarte de El Cuño por su participación en el asalto al Cuartel San Carlos. Entre 1928 y 1935 en la Cárcel de la Rotunda. Luego durante aproximadamente un año, tras la muerte de Gómez, en las Tres Torres de Barquisimeto para ser expulsado al exterior por el gobierno del General Eleazar López Contreras.
Sin duda, fue un rebelde con causa toda la vida al distinguirse por su amor a la justicia y espíritu aventurero, dos cualidades del buen periodista que fue.
La prisión es la oportunidad para poner a prueba su capacidad para el trabajo intelectual con una manifiesta disciplina y organización. En la Rotunda aprovecha el tiempo para escribir varios libros entre estos su primera novela Los lunares de la virreina. Pero su libro emblemático es Puros hombres inspirado en la dantesca vivencias de la cárcel. Es una obra de estilo muy duro que relata en toda su crudeza la violencia carcelaria de esa época. Un mundo de “exhombres”, en palabras de Mariano Picón Salas, moldeados en esa forma de la cultura de la violencia. Un libro que se emparenta con: Se llamaba SN de José Vicente Abreu, Los siglos semanales autoría de Simón Sáez Mérida y Honorio escrito por Miguel Otero Silva. El propio Arráez lo perfila así: ”Este libro es la cárcel”
Puros Hombres es otro testimonio de la literatura de la violencia política en Venezuela. Una obra con el doble mérito de que Arráez no es el testigo referencial de esos hechos sino su protagonista que relata desde ambas posturas.
Un 16 de septiembre de 1962, en el pueblo estadounidense de Westport, fallece este insigne barquisimetano que soportó cuatro veces, como preso político, el oprobio de las cárceles gomecistas. De sus tétricos calabozos y bestiales cámaras de tortura salió con vida para contarlo en sus creaciones literarias y periodísticas.
Freddy Torrealba Z.
Twitter; @freddytorreal11