#OPINIÓN El coronel Grinch, no deja de robar ni en la navidad #7Dic

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“¡La avaricia no se acaba nunca!

Quiero palos de golf. Quiero diamantes.

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 Quiero un pony para poder montarlo dos veces,

 aburrirme y venderlo para hacer pegamento”

–El Grinch

¡Qué chimbo!, el coronel psicópata es un patotero que se roba la comida de la institución. Él se roba la comida durante todo el año y también los juguetes y los perniles en navidad. Es el Grinch, que no deja de robar ni en la navidad y es un ladrón de muchas cosas más. Se trata de un villano de personalidad asqueante y vomitiva. ¡Cuánta desfachatez!

Desde que este licántropo puso sus pezuñas en la institución, desde ese mismo momento se dedicó a robarse la comida. El coronel indecente, ruin e infeliz que se roba la comida de los más necesitados. Que personaje tan miserable, que comete violaciones a los derechos humanos al violar el derecho a la alimentación robándose los suministros de la gente menos favorecida en tiempos normales y en tiempos de crisis. Provisiones de las que se apodera ilícitamente porque no están destinadas para él, y aprovechándose de su posición usa ardides para ratearlos, como en efecto lo hacen las ratas.  Cuánta vergüenza causan Alejandro y su mujer la cocinera , que se roban la comida, pero también Diana y Joselito; que comen exquisiteces mientras el resto de los comensales son sermoneados en tanto les toca sorber un agua sin sabor y un hueso pelado, que es la sopa del menú del día. Que miserables tipejos, cuanta lacra inmunda. Señor no los perdones porque sí saben lo que hacen. 

Recordamos aquella tarde en que extrajeron del transporte al jefe de cocina y entre Jackson y Chucho lo sometieron para que no siguiera gritando que el coronel se roba la carne. Al poco tiempo ya Román no trabajaba en la empresa. Sus principios y valores morales no le permitían hacer silencio ante tanta corrupción y el coronel como siempre se deshace de la gente que sirve, de la gente decente y correcta; mientras se hace rodear de lacras y delincuentes. Muchas cuentas van a tener que dar ante el tribunal de Dios y ante los tribunales de los hombres, porque el largo brazo de la ley está atento para ponerles los ganchos.

Cuando llegan los juguetes. La etílica Isabel, selecciona primero los juguetes con el auxilio de su socia Sussana, desde que llegan the toys estos son filtrados y se roban los mejores para los críos del equipo jalabolas o los monos voladores delincuentes. Lo que queda es para las víctimas y entre ridículos y penosos requisitos para soltarlos, entre  desmanes y malos tratos entregan los sobrantes y dicen que lo que queda es para el perraje. Es un azar si después de la rapiña queden juguetes tan bonitos como los que se roban, porque el rateo es inescrupuloso. Se les sale la saliva por la comisura de los labios como una jauría de perras hambrientas, a estas lideresas de la corrupción.  Desde el departamento de las áspides y en una camioneta se encargan de extraerlos, algunas veces a escondidas simulando seriedad, otras veces a luz de todos para que parezca lícito, pero prohíben a los usuarios sacar fotografías o grabar con sus celulares toda la maniobra extractiva. Y la camioneta se marcha rauda y veloz con destinos ciertos, las casas de las mujeres y de los hombres del coronel y el mercado de las pulgas. Mercados estos que existen en todo el mundo en las capitales de las ciudades, por lo que no es un mercado exclusivo de la región donde está sita la institución.  Al igual que la comida, muchos de estos juguetes son vendidos en el mercado central y vemos y escuchamos a Chucho, en la camioneta de la institución con las puertas traseras de par en par, exhibiendo las muñecas, los trencitos, los carritos, los avioncitos, las pelotas etc., voceando   “lleve su juguete barato, lleve su juguete”. Porque lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta, sobre todo si son robados. Plaga de delincuentes. Esperemos que sirva esta epístola para que reculen y se frenen en su latrocinio.

Ojo avizor. Estén atentos, pendientes, que para llevar la contraria y seguir en su modo de engaño, ahora el coronel psicópata se quiera hacer ver cómo una mejor persona, tal vez como un hombre justo en su justicia injusta, tal vez ecuánime y humilde, lo que para alguien que tiene un ego súper inflado es una estrategia de manipulación y encantamiento para seguir burlándose de todo y de todos. Hacerse ver como alguien humilde y gentil es para los psicópatas narcisistas y específicamente para el coronel Marión, una táctica caza ingenuos. Y este idiota moral, el doctor fraude,  en estos menesteres de embaucar a los demás es un experimentado depredador social. Estén alertas que al conocer a un psicópata con tino experiencial podemos intuir sus conductas subsecuentes, que excepcionalmente pueden ser predecibles, lo que deviene de su incurabilidad y su manifiesta maldad en todo escenario y ante esa certeza sabemos que se hace el Willie Mays, para despistar que él es un delincuente. En lenguaje llano se hace el pendejo, el güevón, el inocuo y siendo el coronel psicópata un actor que padece además del síndrome histriónico de la personalidad, es cínico interpretando personajes diversos para embaucar y sorprender la ingenuidad de muchos o de todos los desprevenidos.

Los psicópatas son promiscuos. No obstante su bisexualidad, sus parafilias y sus andanzas con el rey, Ananás, Martínez, González  y su delfín el Chucho, que son sus reconocidas catarinas; el coronel psicópata puede hacerse pasar por un angelito porque es un histrión y aunque por ejemplo para despistar tiene barragana notoria no obstante  estar casado y consagrado en su caso con un indisoluble matrimonio eclesiástico, se hace ver como un correcto hombre de familia y engaña a quienes no lo conocen. No son la promiscuidad ni el adulterio las mejores banderas para hacerlas flamear por quien se precie de ser un buen padre de familia, porque eso es una aberrante contradicción, un errático ejemplo. Vivimos tiempos donde la gente hace abstracción de los valores y de los principios en la pura anarquía; donde nadie piensa en sus almas y prevalece el analfabetismo espiritual, así muchos como Sussana, Chucho y las flores de Jackson anden con la biblia debajo del brazo, igual hacen apostasía y se alzan contra Dios para lucirse ante los hombres, en lo que en sus casos le rinden pleitesía al coronel psicópata, el delincuente más perverso que ha pasado por la institución. En el caso del coronel psicópata y sus monos voladores, están encabritados en su circunstancial momento de poder y se placen en hacer alarde de ello y echan a la mierda sus almas, mientras se aplauden unos a otros, con risotadas del averno.

Ni los psicópatas ni los sociópatas desarrollan conciencia.  No podemos apelar a la conciencia del coronel psicópata, porque los psicópatas no desarrollan conciencia, carecen de conciencia. Y se ha podido observar en este militar que por delincuente nunca más será ascendido conforme a su voluminoso expediente que reposa en los archivos de la comisión de ascensos y  que dada sus reiteradas conductas en la institución en cada navidad y no obstante que haga teatro para esconderlo, padece el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o síndrome del Grinch.  Le incomoda y tiene envidia que otros puedan ser felices. Recordemos que en cada navidad el niño Marión o sea el coronel psicópata de infante, siempre fue sancionado por sus padres por ladrón y por eso odia las navidades y se las ingenia para saboteárselas a los demás. De Infante el coronel psicópata se roba los juguetes de otros niños, pues no se conforma con los que él tiene o con los que le han obsequiado sus padres, sino que siempre envidia los de los otros párvulos y en épocas decembrinas sus víctimas son sus primitos y vecinitos y, por eso recibe castigo de sus progenitores. De modo que por rebelde, altanero y ratero, trae fijaciones y traumas desde su más tierna edad y siente que debe cobrarse y vengarse en otros; que no lo hayan dejado satisfacer sus resabios, manías, mañas  y sus malas costumbres. Entonces de adulto y sintiéndose impune, roba con la protección de la autoridad que detenta. Ahora es un ladrón con autoridad circunstancial. Ahora sus monos voladores le congracian sus delitos.

No perdamos de vista que el coronel es un psicópata integrado, o un psicópata doméstico, que se mezcla, se hace pasar por una persona empática y si tiene que farandulear lo hará si con eso logra colarse en sociedad o manejar la banda de sus monos voladores para mantener su hegemonía narcisista de control y manipulación y reclutar sirvientes que lo hagan sentir como un Dios. Si tiene que fingir que disfruta de la navidad así lo hará, aunque subterráneamente la destruya para otros, porque le molesta que los demás puedan experimentar sentimientos que él es incapaz de sentir auténticamente.  Como profesional nunca me había encontrado a un individuo que fuera un cúmulo de tantos trastornos de la personalidad, que tuviera tantos aberrantes síndromes, tantas perversiones y que las vuelque en burla y perjuicio de la sociedad. Su personalidad maliciosa y destructiva nos recuerda al peligroso psicópata Ted Bundy y la misteriosa violación y deceso de aquella sargento cuya muerte la justificó el coronel psicópata con el reflejo interlimb. ¡Canalla! 

El coronel Grinch, el militar psicópata. Casualmente el Grinch es verde. Es que el coronel Marión o el militar nunca más ascendido es un experimentado ladrón, un caco, un ratero. No obstante, sabemos que como una actitud del Grinch, el coronel se robó los perniles en aquellas navidades pasadas y los 2000 kilogramos de esa carne de cerdo se descompuso porque las cavas refrigeradoras de manera contingente se dañaron y todo lo que en ellas había se pudrió.  No le sirvieron ni a Dios ni a los hombres aquellos perniles, porque no fueron comida destinada para sus hijos en navidad, ni para los perros; pero con esta actuación el coronel psicópata suma puntos para que su alma sea propiedad del demonio que le tiene su puesto reservado en el infierno. Es un pecado tan negro, como negro es el dinero del que se apropia en las extorsiones y con la venta ilícita de documentos en su mercado negro en el que tiene un colectivo inmenso de oferentes que buscan esas credenciales con desesperación; delitos estos que comete junto a la coautoría de sus monos jalabolas. Y no, no esperen que el coronel psicópata como en el guión del Grinch en el filme original luego se vuelva “bueno” o que recapacite. No, never in life. En el caso del coronel psicópata nunca será bueno en modo real, aunque finja serlo en modo engañoso para embaucar; porque la psicopatía no tiene cura y no hay tratamiento de opción. El coronel Grinch seguirá trampeando, mintiendo y haciéndose pasar para provecho de sus corrupciones y criminalidades diversas, por un bonachón, por alguien que realmente no es, porque no es un hombre empático así lo finja.

El modus operandi. Al llegar los perniles a la institución, en caso de que arriben sin ser desviados por el coronel y sus cómplices, porque disponen además como caimanes en boca de caño de camionetas prevenidas para cualquier cambio de señales; pero teniendo la facilidad de refrigerar esa carne en las cavas de la empresa y dada su grande cantidad, así lo hacen. Pues bien, llega el día programado para repartir los perniles y los encargados de entregarlos son el coronel y su barragana la etílica Isabel. Disponen de listados donde la gente firma que ha recibido “su pernil” y en efecto reciben pernil, pero menos del que les corresponde. Y Marión el tramposo e Isabel la tramposa consolidan los delitos, el coronel psicópata junto a su barragana etílica y Chucho el coordinador de la trampa, del robo y del hurto y de la corrupción ante los ingenuos recibidores o beneficiarios. Así la gente se lleva a sus casas con una “sensación lastimera”, una cantidad de pernil menguada, intuyendo muchos que era más cantidad lo que le correspondería si el coronel no hubiera metido sus sucias manos. Cada cual ha certificado con su firma que ha recibido el pernil. Pero todos ingenuamente desconocen que el pernil ha sido cortado en cuatro partes cada unidad y que cada beneficiario ha recibido solo una cuarta parte de lo que originalmente debiera recibir o en el mejor de los casos recibieron perniles más pequeños.  En verdad les dieron el pernil, pero les dieron menos cantidad, menos kilos. El resto de los perniles, se los ha quedado el coronel y los ha mantenido en las cavas de la institución, pero ese fin de semana largo, las cavas se apagaron por desperfectos eléctricos y todo el pernil que allí se guardó se pudrió. El coronel se robó 2000 kilos de pernil que se pudrió y además que es un vil malandro y delincuente, ante los ojos de Dios cometió otro pecado mortal por el cual ha de ser juzgado seguramente. A todos les dan pernil pero en menor cantidad y en menor peso. Y en esta ocasión ese hurto de los perniles fue descubierto por la contingencia del daño de las cavas refrigerantes, pero en investigaciones subsiguientes a propósito de esos sucesos, se puso de manifiesto y se comprobó que es una conducta reiterada pretérita, presente y programada, del coronel y de sus monos voladores más cercanos, el robarse los perniles en navidad. En todas las ocasiones los presentes vieron a los obreros de la rosa de Jackson que casi se caían con el peso en sus bolsas de muchos perniles. Estos obreros apóstatas que no tienen autoestima ni amor propio pero que son los monos genuflexos al coronel psicópata. “La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”.

Habitualidad criminal y reincidencia. Los hechos que se narran, no son únicos y exclusivos, sino que son conductas reiteradas del coronel psicópata junto a su equipo de malhechores, sus monos voladores. Y quien coordina toda esta criminalidad institucional con frecuencia intencional y con dolo delincuencial es Chucho a quien en intimidad el coronel llama “mi querido Chuchín”. Chucho es el más que cariñoso affaire del narcisista su amor secreto a voces con el que  juega espaditas, uno de los más comprometidos en el vandalismo corporativo después del coronel psicópata y de la etílica, aunque luego apareció en escena Ananás la estilista.  ¿Por qué vemos a Chucho como una figura convexa en un espacio cóncavo o al revés? El coronel coloca a Chucho en escenarios donde no cabe ni siquiera artificialmente, donde no pega ni con pega loca. Pero lo hace figurar, ahí lo monta en las tablas, porque es su mano siniestra y lo recompensa de ese y otros modos nada santos. Solo imagínense, que le mete el dedo en el ombligo y le da empujoncitos cómplices, aleteaditas, en lo que terminan con un juego de espaditas. No piense amigo lector que los  hechos punibles cometidos por estos delincuentes funcionarios públicos son robos o hurtos aislados, o que son actos delictivos eventuales, que son una manifestación de hechos de ladronismo y corrupción ocasionales; puesto que se trata de hechos criminales continuos, repetidos, diversos y realizados intencionalmente. Se tienen registros fotográficos y las grabaciones fílmicas de cómo en camionetas extraen la comida de la institución.

Delitos con agravantes, consumados en la administración pública. El crimen organizado.  Chucho y sus jefes, el coronel y la etílica satisfacen las tres categorías que integran el delito o los delitos a saber: Conducta típica,  Antijuridicidad, y Culpabilidad. Son ellos unos delincuentes y son penalmente responsables. Son múltiples y diversos hurtos y robos continuados, cada vez que llegan esos recursos alimentarios u otros que son donados para la institución y para los usuarios y los trabajadores de la institución; el coronel psicópata y su banda de monos voladores se los apropiaron indebidamente. Se trata de un modus operandi sistemático y elaborado tal cual crimen organizado, en el que el coronel psicópata se adueña para sí, para la etílica su barragana y para los más cercanos dentro de su anillo de corrupción, no solo de carne de cerdo y pollos, sino también de las reses que son donadas y de ingentes cantidades de comida y de recursos de toda naturaleza que habiendo sido donados para la institución propiamente, el coronel psicópata conocido como la bruja Theodora se los trampea con la participación de su red de malhechores para quedárselos él y sus cómplices, coautores, y encubridores. 

Ni la navidad detiene al coronel psicópata para robarse cuanto pueda de la institución, lo detendrá la justicia cuando llegue la ocasión. 

“Es usted malo, señor Grinch. Realmente eres un talón. Eres tan tierno como un cactus, eres tan encantador como una anguila.

¡Señor Grinch! Eres un plátano malo con una cáscara negra grasienta”. 

– Dr. Suess.

Crisanto Gregorio León

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