#OPINIÓN Carlos Sánchez, el Chacal #1Mar

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«La tortura efectiva no se basaba en el sadismo, sino en la ciencia.
Su lema era: El dolor preciso en el punto preciso en la cantidad precisa».
«La doctrina del shock» (2007), Naomi Klein.

A propósito de estas líneas, traigo a colación un personaje del cual tomaré su nombre para recrear la figura a la que me referiré. Y se trata de Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como Carlos, el Chacal. Y de manera ficticia en esta epístola solo lo llamaré Carlos Sánchez. Pero preliminarmente a los fines didácticos es menester mencionar que el Chacal es un mamífero único. En el reino animal, son varios los que pueden confundir en primera instancia a los investigadores. «Los chacales macho y hembra, por ejemplo, se parecen mucho entre sí. Es muy difícil distinguirlos por su apariencia externa», le explica a BBC Mundo Kay Holekamp, zoóloga de la Universidad del Estado de Michigan, en Estados Unidos, quien desde hace más de 25 años se dedica a estudiar el comportamiento de estos animales en estado salvaje.

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Pues bien, mutatis mutandis, hablaremos del Carlos Sánchez a que se contrae este artículo. El Chacal en la institución que lidera el coronel psicópata. Este Chacal se refiere a si mismo de la siguiente manera. “Nadie puede apellidarse Sánchez, solo yo, el macho vernáculo,”. Así denigra Carlos Sánchez a los jovencitos que por “suerte o desventura” llevan el apellido Sánchez. Si eres un muchacho, un varoncito y le caes mal a Carlos Sánchez, que por lo general detesta a los hombres; entonces tu incursión como usuario será un infierno o no te dejará lograr tus expectativas y si eres una chica bonita y Carlos Sánchez se enamora de ti, le gustas o le provocas espontáneas fruiciones; tienes dos opciones, o sucumbes a sus deseos morbosos porque de lo contrario te hará la vida de cuadritos, te complicará totalmente la existencia o si tu dignidad no te lo permite a la sazón deberás decirle adiós a tus aspiraciones porque adentro en asuntos de las usuarias toda la mafia y la corrupción en dólares, sexo y drogas la maneja Carlos Sánchez por orden y celestinaje del coronel psicópata. Las chicas lindas son las víctimas de Carlos Sánchez. Son las jovencitas hermosas las que deben adular, dejarse enamorar o enamorar a su vez a Carlos Sánchez, andar genuflexas a sus provocaciones e insinuaciones, porque son las agraciadas chicas el éxtasis vertiginoso que despierta en Carlos Sánchez la lujuria desenfrenada de un macho vernáculo.

El vicio y la inmoralidad. Carlos Sánchez es la personificación de la obsesión patológica o del amor obsesivo y al menos que declines a sus deseos no te permitirá cuajar metas, no saldrás sin mácula en tus incursiones por la institución, porque Carlos Sánchez goza de la autorización del coronel psicópata para agredir sexualmente a las muchachitas que le apetecen y de humillar a los chicos con inclusive la agresión física, psicológica o sexual. Las extorsiones están a la orden del día lideradas por Carlos el Chacal Sánchez, el recolector de la “colaboración” obligada, de los dólares sucios, del dinero negro para la red de corrupción que jefatura el coronel psicópata.

Carlos Sánchez es ese monstruo que los infantes creen tenerlo debajo de la cama y se arropan totalmente el cuerpo con las sábanas o las cobijas para que no los atrape, para que no les jale los pies. Es el engendro amorfo que sale del escaparate o del closet, para comerse a las niñas. Pero solo que en este caso, Carlos Sánchez es real, está allí, con su boina de amedrentar y de meter miedo, con su abultado uniforme con el barrigón de un macho panzón, sus botas patentes y con su tono de voz ambiguo al estilo morfológico de los chacales, que no sabes si es Sánchez o es Sancho.

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Sortear las veleidades y morbosidades de quienes tienen la asignación de atender a los usuarios; a la vez de andar con la cabeza gacha y despojados de toda dignidad, como peleles abducidos, solo a la disposición de toda la contrariedad que nace de espíritus innobles como el de Carlos el Chacal Sánchez y su Jefa Isabel de quien también está enamorado pero que apenas lo detiene saber que es la querida del coronel psicópata; como almas en pena o zombis prestos al llamado de sus amos; así el ínterin que les ha tocado “tolerar” hasta donde la paciencia aguante; a miles de usuarios de una paradójica institución sui generéis, en la que se ejerce tormento físico y espiritual, con alto índice de corrupción; a la que atinadamente podría llamársele la infernal casa del mal; donde la humillación, la competencia insana, la extorsión, el acoso y la agresión sexual, las posiciones de estrés, la fragua de confrontaciones, el sadismo, el yo soy superior a ti y tu no vales nada, mi apellido es el que vale porque mi Sánchez es solo mío y no hay más Sánchez que yo, ni mejor Sánchez que yo, bajezas como estas aparentes puerilidades pero con la carga psicológica de dominación y control, de apocamiento y aplastamiento del ego de los usuarios; con actitudes déspotas y denigrantes; donde quienes proceden de este modo no tienen ninguna formación humanitaria y menos conciencia espiritual, pero que han aprendido del coronel psicópata la práctica de los modos oscuros de dominación; además que no son profesionales sino estafadores o indecentes experimentados. Definitivamente las políticas de atención al cliente son tan deleznables y corruptas, que en el caso de una empresa privada ya hubiera implosionado. Solo en la gerencia pública pueden ejecutarse estas anomalías de marketing.

Mientras los profesionales son apartados de la labor puntual, otros deforman a los que “por engaño han tenido que arrimarse a esta institución creyéndola otra vaina” y en sus afanes los someten a tantas perversiones, que al momento de devolver a la sociedad lo que han venido a buscar y lo que se presume debieron haber obtenido, con toda certeza saldrán a cobrar revancha. A desquitarse lo que a ellos les hicieron, a practicar los malos ejemplos que les dieron, a hacerse de dinero fácil porque desde que pisaron “esa cosa”, que ya dejó de ser institución porque el coronel psicópata la corrompió y corrompió el sistema; porque desde que entraron en contacto con la empresa los comenzaron a extorsionar, les inventaron incorrecciones, nunca les dieron el beneficio de la duda para de ese modo obligarlos a que su defensa se contraiga a pagar en dólares o en sexo las extorsiones y el peaje que les imponen, para poder liberarse si quieren blandir banderas de éxitos.

Aunque no precisamente tiene la categoría de escuela porque esa adjetivación le queda grande, es entonces esta corporación, utilizando un símil comparativo, por sus malos ejemplos y sus aires maléficos, como una cueva para delincuentes. Muchos usuarios cautivos por lo que la empresa ofrece, contraen relaciones con ella creyéndola derecha, correcta, honorable, pura en sus cometidos; pero prontamente por la gestión nociva del coronel psicópata y sus monos voladores o monos jalabolas, sus cómplices y coautores en los delitos y crímenes; se disuaden de ese espejismo y se convencen de que ha sido como una visita prolongada a un manicomio, o han tenido un encuentro infausto con un falso ente y su imagen irreal, donde todo es trampa y extorsión, corrupción y sadismo y quienes no tienen fundamentos en principios , ni en valores, se dejan corroer por el influjo tóxico que les ha tocado soportar infructuosamente , porque no han podido hacer resiliencia , sino que entre ceja y ceja lo que tienen es la venganza en otros de lo que ellos sufren o sufrieron al relacionarse con esta empresa del estado. De modo que tampoco podemos abstraernos de la impronta que dejan estos funcionarios corruptos en los usuarios ingenuos o inocentes, aquellos que no tienen vicios y que esperaban de esta orquesta otra ejecución y no el sórdido encuentro con una red de maleantes.

¿Pero quién es Carlos Sánchez? Carlos Sánchez, es el chacal de género confuso, es el coco, el personaje de la conducta sexual compulsiva, es el espantapájaros, es el Freddy Kruger, o un ser marginal con trastornos psicológicos, es el vampirismo en la institución, es el colchón mal amarrado que utiliza el doctor fraude para hacer lo que él no se atrevería o por lo menos no quiere exponerse tan abiertamente y para eso usa a este siniestro mono volador. Y así corre la arruga de las agresiones sexuales y la violación de los derechos humanos, en este “desmadre institucional”. En cualquier caso, Carlos Sánchez es un monigote, que le sirve al coronel psicópata para saciar también su lascivia con las usuarias más jovencitas y a quienes para iniciarlas les falta el respeto con conversaciones cargadas de erotismo. Carlos Sánchez es depravación, es un instrumento del mal, es la puerta de escape de lo moral, lo ético y lo legal; es la ventana de atrás de lo que han constituido en un lupanar, o es el tejado flojo o que se zafa y por el cual se pueden saltar quienes evaden el camino recto. Pero también representa la entrada al lugar más abrasivo del infierno. Las usuarias principalmente sienten asco al tener siquiera que tropezarse con Carlos Sánchez, pues su personalidad y apariencia semejan un putrefacto furúnculo.

Recordemos que el coronel psicópata es también un licántropo, un sujeto que se cree además un Chacal, por eso Carlos Sánchez actúa como tal asintiendo al refrán “Si encuentras varios chacales comiendo carroña, hazte chacal, y come con ellos; pues, de lo contrario, te comerán a ti”. De modo que los principios y los valores éticos y morales se van al carajo. En lo que podríamos llamar corrupción por imitación o la debilidad de los valores.

Los idealistas en un mar de corruptos, al atacar la corrupción que infesta la institución quedan prontamente execrados por decisiones no solo injustas, inhumanas e ilegales sino depravadas del coronel psicópata y de Isabel su barragana etílica la titiritera entre bastidores. No tienen estos dos, ni escrúpulos ni méritos espirituales.

En el mundo de corrupción y quienes la buscan del giro de la institución, los ávidos oferentes por documentos de importancia estratégica y mercantil, no necesitan ningún aviso de neón intermitente que diga “se venden títulos valores estafa”, pues solamente con el gerente que “maneja y controla” la empresa es obvio que estando al frente el coronel psicópata, este los saca debajo de la manga, en habilidosas y criminales orquestaciones con el timo en las notas musicales y desde la oficina de gestión de extorsiones, sendas columnas en manos de Isabel tras bastidores.

«La venganza es todo un arte y se practica con lentitud, sadismo y a traición,
a menudo sin derramar una sola gota de sangre».
«La cocinera de Himmler» (2013), Franz-Olivier Giesbert.

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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