Al suelo se vinieron todas las ilusiones y expectaciones hechas por la clase trabajadora del país previo a otra conmemoración del Día Internacional del Trabajo este 1 de mayo.
Sinceramente creíamos que el régimen se pronunciaría por un incremento salarial aunque mínimo al estilo efectista, tipo pan y circo. Ello partiendo de su necesidad de mejorar la imagen y recuperar parte de la popularidad pérdida.
Además, recordemos la promesa del señor Nicolás Maduro tiempo atrás, cuando expresó que a futuro habría un aumento salarial en el orden primero de los 200 dólares hasta llegar paulatinamente a los 400. El más puro populismo de izquierda para captar tontos.
Aumentar la cesta ticket y bono de guerra no satisface para nada las aspiraciones de un aumento salarial justo planteado por el sector laboral del país. Pues, de hecho no se ha registrado el esperado aumento del salario real acompañado con un plan para controlar y desterrar la hiperinflación. Lo que se ofrecen son migajas incongruentes con la devoradora hiperinflación.
Estas medidas tienen un carácter discriminativo visto que apenas llegan al fragmento social de los trabajadores activos de la administración pública, siendo mensuales y no quincenal. Ello mientras la inmensa mayoría ha sido excluida de las mismas. Un incremento de 60 dólares entre cesta ticket y bono de guerra no remedia la abrupta caída del salario real reducido a 5 dólares.
Sin duda el régimen ha jugado con habilidad al involucrar en estos anuncios al sector empresarial de FEDECÁMARAS, la CTV y la Organización Internacional del Trabajo. Pero, ¿qué pasó en las conversaciones en que participaron las mismas? Se supone que llegaron a un previo acuerdo, acaso le mintieron al país o lo peor: hicieron de compañeros de viaje o tontos útiles como lo decía Vladimir Lenin.
Es más, voceros calificados como Jorge Roig de FEDECÁMARAS y el economista Luis Vicente León llegaron a hablar de que habría dicho aumento en forma “relevante o significativa” anclado al dólar. Es decir, que no sería insuficiente–pírrico lo cual desde luego creó falsas expectativas en la masa trabajadora.
Estamos ante una expresión del más rancio socialismo salvaje, la otra cara del neoliberalismo salvaje maldecido por la izquierda ignorante, destructiva, infantil y atrasada.
No nos llamemos a vanas ilusiones: El régimen demuestra así su poder pese a las crisis que afronta, entre estas la de la corrupción en empresas estatales. Ello más la ventaja a su favor de una oposición alcahueta que cohabita con el mismo bajo la concepción de la política como negociador.
Además de tener neutralizado al sector empresarial que no obstante aprovecha la situación para amasar fortunas. Son de los beneficiados con la hiperinflación, caso los comerciantes que especulan con los precios sin piedad alguna.
El mismo persiste en su antiobrera política de los bonos que destruyen el salario y prestaciones de los trabajadores. En los hechos ha cercenado los derechos de la clase obrera.
Su posterior endurecimiento represivo es de esperarse ahora dado que apenas tiene menos de un 20% de aceptación. Su mayor prioridad e interés es el político para seguir en el poder a cualquier precio.
Se ha dado el lujo de anunciar a plena luz del día lo que es una burla para la clase trabajadora del país.
El gran perdedor ha sido la gente honesta que vende su fuerza de trabajo para sobrevivir y que sigue a la espera de un aumento salarial que haga frente a la hiperinflación. Los que hacen de héroes en este infierno que es el socialismo del siglo XXI. Una clase trabajadora sin estímulos materiales para el trabajo transformador. Pero luego de los anuncios oficiales del 1 de mayo quedaron con la empalizada en el suelo.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11
