Un equipo internacional de astrónomos ha detectado un enigmático objeto cósmico que emite señales de radio y rayos X a intervalos regulares, desafiando por completo las categorías tradicionales de la astrofísica. El descubrimiento, publicado en la revista Nature, podría marcar un antes y un después en la comprensión de los fenómenos más extremos del universo.
ASKAP J1832–0911: un faro cósmico que desconcierta a la ciencia
El objeto, bautizado como ASKAP J1832–0911, fue localizado en la Vía Láctea, a unos 15.000 años luz de la Tierra, gracias al potente radiotelescopio ASKAP, ubicado en Wajarri, Australia. Lo que lo hace único es que emite pulsos intensos de radio y rayos X de manera sincronizada cada 44 minutos, en un patrón repetitivo que los científicos comparan con un faro que se enciende durante dos minutos y luego permanece apagado durante más de cuarenta.
Es la primera vez que se detecta emisión de rayos X en un objeto de este tipo, una señal que podría aportar pistas cruciales sobre los llamados objetos transitorios de radio de largo período (LPT, por sus siglas en inglés), una categoría de fuentes celestes apenas descubierta en 2022 y todavía en gran parte incomprendida.
Un hallazgo fortuito pero revelador
Según explicó Miguel Pérez-Torres, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), lo más desconcertante es que el comportamiento del objeto no se parece a nada conocido: “Es extremadamente brillante, varía mucho en intensidad y no encaja en las categorías tradicionales, como las estrellas de neutrones o las enanas blancas”.
El descubrimiento fue posible gracias a una coincidencia astronómica poco frecuente: el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA estaba observando exactamente la misma región del cielo al mismo tiempo que ASKAP. “Fue como encontrar una aguja en un pajar”, afirmó Ziteng (Andy) Wang, autor principal del estudio e investigador del Centro Internacional para la Investigación en Radioastronomía (ICRAR).
Señales que desafían los modelos físicos actuales
Desde su primera detección, solo una decena de LPT han sido localizados en todo el cielo, lo que evidencia su rareza. Su comportamiento intermitente y su intensidad desafían las leyes físicas conocidas. Los científicos creen que este hallazgo podría ayudar a reducir el abanico de teorías sobre su origen, ya que la emisión simultánea de rayos X y ondas de radio exige explicaciones más complejas y detalladas.
La profesora Nanda Rea, coautora del estudio, subrayó que este tipo de descubrimientos “apunta a la existencia de muchos más objetos similares” aún no identificados. Su localización permite refinar los métodos de búsqueda y construir una base de datos más amplia para comprender este fenómeno.
¿Qué podría ser este objeto enigmático?
Los investigadores manejan dos hipótesis principales: podría tratarse de un magnetar envejecido, es decir, una estrella de neutrones con un campo magnético extremadamente poderoso, o de una enana blanca supermagnetizada, una posibilidad aún más exótica. Ambas opciones implican un desafío directo a las teorías actuales sobre la evolución estelar y el comportamiento de objetos compactos, según señala Pérez-Torres.
“El objeto es miles de veces más luminoso de lo que cabría esperar por su rotación, lo que obliga a replantear algunos modelos físicos que dábamos por sentados”, añade el investigador andaluz.
Un enigma cósmico aún sin resolver
A pesar de la magnitud del hallazgo, la distancia precisa del objeto sigue siendo incierta, lo que impide a los astrónomos determinar si está relacionado con un remanente de supernova. No obstante, su detección abre una nueva ventana a un universo que sigue sorprendiendo incluso a los más expertos.
Este descubrimiento no solo amplía los límites de la astrofísica moderna, sino que plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la materia, la energía y el comportamiento extremo del cosmos, en un momento en el que la humanidad apenas comienza a descifrar sus misterios más profundos.