La eliminación del dólar paralelo y promedio como referencias en las transacciones comerciales —medida impulsada recientemente por el Ejecutivo nacional— ha provocado reacciones encontradas en el comercio de Barquisimeto.
Mientras los comerciantes formales afirman que el cambio no ha alterado significativamente su operatividad, sectores informales y ciudadanos advierten sobre las complicaciones que persisten en el acceso a divisas y la fijación de precios en bolívares.
Comerciantes formales operan a tasa del Banco Central
En el centro de Barquisimeto, muchos pequeños comerciantes han optado desde hace tiempo por operar exclusivamente con la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV), lo que, según ellos, ha amortiguado el impacto de la medida.
José Sequera, dueño de un negocio local, asegura que “no nos ha afectado mucho porque venimos trabajando con el BCV desde hace rato. Las empresas distribuidoras de harina, refrescos, todas facturan a tasa oficial, y así mismo vendemos nosotros”.
Emprendedores y vendedores informales resultan más afectados
Sequera destaca que la eliminación del paralelo podría beneficiar al comercio formal, pero reconoce que quienes dependen de mercancía importada o trabajan con proveedores informales enfrentan mayores retos.
“Los que traen repuestos o productos importados sí están golpeados por este cambio. A ellos el remesón sí los alcanza”, advierte.
Elienis Gullén, encargada de otro establecimiento en la ciudad, coincide: “Siempre hemos cotizado al BCV, entonces no tuvimos que hacer ajustes. Pero quienes compran mercancía a precio paralelo, como los vendedores de cosméticos o ropa, ellos sí se ven afectados porque no tienen acceso directo a divisas oficiales”.
A pesar de la aparente estabilidad en algunos sectores, la incertidumbre persiste, sobre todo ante la falta de claridad en la oferta de divisas por parte de la banca nacional.
Acceso a divisas en el sistema bancario
Uno de los mayores retos para comerciantes y ciudadanos en Barquisimeto es el acceso a divisas, en especial en efectivo. Aunque operan bajo la tasa oficial, no tienen mecanismos eficientes para adquirir dólares o euros.
“Ya yo dejé de comprarle a proveedores que me exigían dólares. Era un estrés conseguirlos. Me quedé con quienes me venden en bolívares. Aquí todo es por punto y un poquito de efectivo”, señaló José Sequera.
Desde la perspectiva ciudadana, Pedro Toro, quien recientemente intentó adquirir dólares para una necesidad urgente, denuncia que el sistema bancario sigue presentando obstáculos.
“Aunque tengas la plata, el banco tarda mucho en aprobarte la operación. Por eso la gente termina recurriendo al mercado informal, aunque ya no se le llame paralelo”, explicó. Para Toro, una solución real pasa por una mayor disponibilidad de divisas y mecanismos de adquisición inmediatos para los usuarios.
Toro propone que se reconozca el costo operativo que enfrentan los comerciantes al no tener acceso expedito a divisas, y que se cree una fórmula justa basada en la tasa del BCV más un porcentaje adicional, similar al que aplican los bancos.
“Si el banco te cobra un recargo por el dólar, el comercio también debería poder hacerlo”, manifestó.
Otro ciudadano consultado alertó sobre el efecto que esta medida puede tener sobre quienes se ganan la vida en la economía informal. Aunque prefirió no identificarse, argumentó que el problema de fondo sigue siendo la inflación y la pérdida diaria del valor del bolívar: “Hoy compras con 100 bolívares, mañana necesitas 103. El ingreso no sube, pero todo cuesta más. Y quien no tiene dólares, pierde”.
“Hay personas que dependen de revender productos traídos del exterior, sin declarar. Si no hay acceso a dólares y los precios deben fijarse solo en bolívares, ¿cómo hacen ellos para no perder dinero cada vez que el bolívar se devalúa?”, cuestionó.
Aunque la eliminación del dólar paralelo y del promedio pretende estabilizar la economía venezolana y fortalecer el uso del bolívar, en Barquisimeto queda claro que sin una oferta real y fluida de divisas en el sistema financiero, la medida se queda corta.
Los comerciantes que ya operaban con la tasa oficial no sienten mayor impacto, pero quienes dependen de dólares para reponer inventario, proteger su negocio o resolver emergencias siguen atrapados en un sistema lento y con escasa disponibilidad de divisas.