El prestigioso pintor barquisimetano Armando Villalón vuelve por sus fueros con un mural titulado “Veneración” en los entornos del Colegio de Médicos del estado Lara con los auspicios del Rotary Club Nueva Segovia.
Su motivo es una procesión de la Divina Pastora en las proximidades del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda en que convergen los beatos venezolanos José Gregorio Hernández y la hermana Carmen Rendiles Martónez.
En esta obra de gran formato confirma su condición de talentoso colorista cuando asume los principios que hacen las artes plásticas desde los tiempos del Renacimiento.
Villalón define su estilo fundamentalmente por el uso acentuado de este principio pictórico por encima de los otros sin que eso signifique su desmeritacion.
El dibujo, creemos, ocupa un segundo plano en sus cuadros generalmente con rostros plasmados a manera de esbozo. Lo labra de manera elemental sin detallismos y preciosismo alguno.
Es su particular enfoque de sus producciones artísticas que lo han hecho una marca que lo distingue en el ámbito de la plástica regional, nacional e internacional.
El tema religioso es reiterado en sus creaciones con imágenes de santos y procesiones pueblerinas en las cuales esparce una variedad de colores y detalles que lindan en el misterio.
Es el caso de una procesión de la Divina Pastora en la cual separa de la masa colectiva a un devoto sumido en el alejamiento. Igualmente los sacerdotes de espalda, lo que impregna de cierto misterio y curiosidad sus obras.
La capital larense exhibe varias de sus creaciones en la forma del mural, entre otros el de la Divina Pastora en la esquina de las avenidas Venezuela y Andrès Bello. Una obra en que converge la fe religiosa del hombre con su mirada en el horizonte donde irrumpe la imagen de la virgen en una especie de levitación extrasensorial. Pero con el particular rasgo de unos vivos colores que atrapan la atención del espectador.
El cultivo de las brumas, generadas en el Valle del Turbio, constituye el signo de su genial inclinación por el colorismo en su carrera de artista plástico venido desde el sector comercial de El Manteco. Aquí se impone con el acromático color blanco matizado con mucho ingenio y la luz encaminada.
Enmarcado en similar planteamiento ahora nos presenta este en homenaje al médico de los pobres. José Gregorio Hernández y la madre Carmen Rendiles, a punto ambos de ser elevado a santo por el Vaticano.
En la misma Villalón, otra vez, se desplaza raudamente por el rico abanico de los colores. Ello con predilección por los terciarios, conjuntado con una resaltante cromicidad, unas armonías por analogía y una luminosidad tenue en un atardecer barquisimetano sin crepúsculos.
De esa forma esparce principalmente el blanco, amarillo y beige degradados según su visión con la pericia de un maestro. Estos colores contagian la sensación de apacibilidad consustancial a esta actividad espiritual que Villalón sabe exhibir en el cuadro.
Además, es notable una composición por simetría, cuyo foco de atención, el autor lo direcciona hacia las imágenes de la Divina Pastora, José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles.
La obra refleja un momento histórico, religioso, cultural y comunicacional del país al reunir a ambas figuras religiosas a punto de ser canonizadas por el Vaticano. Hecho que convierte a Villalón en cronista visual de esta relevante hora.
Son los rasgos de la fuerza de su rica paleta suelta en esta ocasión por los senderos de la fe religiosa apuntalado otra vez, desde hace más de cincuenta años, en el principio plástico del color.