#OPINIÓN Del Guaire al Turbio: Fuego ardiente #11Jun

-

- Publicidad -

Hace años, allá por los umbrales de mi juventud, yo recitaba un poema del cual me quedan jirones en la memoria. He tratado de reconstruirlo y de conocer su autor, pero ha sido en vano. Ni Wikipedia me ha ayudado -o yo no sé manejarlo- tan solo me dio un trozo en inglés que de poco me sirvió. No es que sea un gran poema, seguramente los puristas lo encontrarán altisonante y barroco, pero justamente esta sonoridad es lo que me gusta para situarlo en nuestro mundo actual. Para mí tiene una atractiva fuerza en sus metáforas. Trataré de reconstruirlo en una versión muy libre, donde entrelazan los jirones de mi memoria con retazos de mi fantasía. Veremos qué sale.

Como yo, nadie sube… 

- Publicidad -

Y se montó en la nube

y repitió subiendo:

¡como yo, nadie sube!

Mi Adriático es el éter,

mi góndola es la nube,

mi toldo es un celaje

de púrpura y de raso.

Yo podría, en las noches

en que tiemblan de frío

los gusanos  rastreros,

sorber luz en los cálices

de un jardín de luceros.

Y en las horas ardientes

de cualquier mediodía, 

desafiar los vapores

con mi garra clavada

sobre el quicio del sol.

¡Como yo nadie sube…!

Y se montó en la nube

y repitió subiendo:

¡como yo nadie sube!

-¿Quién eres?

-Hoja seca.

-¿De dónde vienes?

-De arriba, muy arriba…

-¿Tienes alas?

-No tengo…

-Hoja secas sin alas, 

¿quién te infundió 

esa fuerza

para volar más alto

que mi realeza?

¡El viento…!

¡Cobrad ánimos estultos!

¡No desmayéis babiecas!

Ya lo oís: que si en la tierra

un loco viento se arremolina,

¡más alto que las águilas

vuelan las hojas secas…!

Esto lo padecemos hoy todos los ámbitos de la tierra. Hojas secas sin alas, encumbradas por avatares de circunstancias -locos vientos- llegan a altos cargos de gobierno y a asumir responsabilidades para las cuales no están preparadas. Los países latinoamericanos sufrimos de estas hojas secas que ya nos tienen hasta la coronilla. Carniceros y choferes de autobuses encumbrados, apoyados por dinero mal habido, por fuerzas armadas corruptas que en lugar de defender la democracia defienden el fraude de las elecciones y presidencias ilegítimas. El colmo, hojas secas apoyadas por oposiciones vendidas por una migaja de poder. Menos mal que estas hojas secas, material altamente combustible, pueden arder fácilmente en un torbellino de vapores ardientes. 

Es en la esperanza de estos vapores ardientes que debemos aferrarnos: juventud, ingeniosidad, audacia y coraje, son fuego abrasador. Tengamos confianza en que éste estallará tras la palabra y la acción escondida, paro tenaz y perseverante, de nuestra líder máxima. En esta descripción de optimistas posibilidades, yo también, a tono con el poema donde se apoya este artículo, me vuelvo un poco plateresca.

Las hojas secas arderán. Quizás en algunas ocasiones han podido volar más alto que la majestuosidad del águila, pero jamás podrán alcanzar la altitud infinita de la fe, la justicia y la libertad.

Alicia Álamo Bartolomé

Pulsa aquí para apoyar la libertad de expresión en Venezuela. Tu donación servirá para fortalecer nuestra plataforma digital desde la redacción del Decano de la Prensa Nacional, y así permitir que sigamos adelante comprometidos con la información veraz, como ha sido nuestra bandera desde 1904.

¡Contamos contigo!

Apóyanos aquí

- Publicidad -
- Publicidad -

Más leido hoy

- Publicidad -

Debes leer

- Publicidad -
- Publicidad -