Está en marcha un cambio evidente en la estrategia de comunicación y negociación del gobierno norteamericano frente a Venezuela, que refleja cada vez con más claridad la visión que el presidente Trump ha venido expresando a nivel global. Primero, Estados Unidos ha dejado claro que no dedicará esfuerzos ni recursos a promover cambios de gobierno o de régimen en otros países. Esa es una responsabilidad interna de cada nación y debe ser resuelta por sus propios ciudadanos.
El pronunciamiento corresponde al economista, columnista , docente universitario y presidente de Datanálisis. Luis Vicente León, al comentar lo que ha observado en los últimos días en la relación entre estas naciones.
Las declaraciones recientes del presidente Trump y la instrucción del Secretario de Estado, Marco Rubio, de evitar pronunciamientos oficiales sobre procesos electorales en el exterior, apuntan en esa dirección.
Segundo, la política exterior de EE.UU. está determinada por sus intereses geopolíticos y económicos, no por posturas ideológicas o filosóficas. Superado el bloqueo temporal que imponían ciertas disputas internas en el Congreso, que obligaban a elevar el tono del discurso público, el debate empieza a desplazarse hacia un terreno más racional, como corresponde a una política de Estado.
Tercero, en el caso venezolano, las prioridades estratégicas están bien definidas: contener la presión migratoria, asegurar el acceso preferencial de EEUU a energía y minerales críticos dada la ubicación geográfica del país, y frenar el avance de la influencia china en la región. Ninguno de estos objetivos es compatible con una estrategia de máxima presión sostenida, mucho menos cuando no hay una expectativa realista de cambio de gobierno en el corto o mediano plazo.
Tras dos décadas en las que los mismos líderes políticos han prometido un cambio político que nunca ocurrió, Estados Unidos ha recorrido una curva de aprendizaje significativa y sabe perfectamente separar el ruido de las señales, más allá de que circunstancialmente le puedan convenir los ruidos durante un rato.
Este giro, naturalmente, no está exento de contradicciones, tensiones internas ni movimientos estratégicos propios de cualquier disputa de poder. Pero el desenlace parece cada vez más claro: Estados Unidos actuará según su conveniencia. Y lo que le conviene no es aislar a Venezuela ni regalarle su espacio estratégico a factores adversos. Ese escenario no está planteado. Y lo veremos desarrollarse con lógica y pragmatismo más temprano que tarde. Afortunadamente los intereses de EEUU y los de la población venezolana coinciden en este caso y me parece que podremos celebrar en breve algunos avances importantes para la calidad de vida de los venezolanos