En un contexto marcado por el abandono y el maltrato animal, la labor de organizaciones y protectores independientes en Barquisimeto se ha vuelto vital. La Fundación Cola Feliz, con ocho años de trayectoria, y el hospedaje «Patitas de Ángeles», que lleva cuatro años operando en la zona de Pavia, son ejemplo de colaboración y compromiso.
Carolina Aponte, representante de Cola Feliz, junto a los profesores Carmen y Olivio, han consolidado una alianza estratégica bajo la misión de «rescata, recupera, reubica«, demostrando que la unión de esfuerzos es la clave para ofrecer una segunda oportunidad a los animales más vulnerables.
De un rescate a colaboración
La colaboración surgió con el caso de Dani, una perrita desnutrida y embarazada que marcó el inicio del vínculo entre los profesores Carmen y Olivio, responsables del hospedaje, y Carolina Aponte, representante de la fundación. Desde entonces, han atendido decenas de casos gracias también al apoyo de aliados como Anny Alvarado de “Corazón Animalista” y la Fundación Misericordia Divina.
Sin los conocimientos veterinarios para atenderla, Betancourt contactó a Carolina Aponte, representante de la Fundación Cola Feliz, un suceso que marcó el inicio de una colaboración que hoy es fundamental. Desde entonces, han enfrentado innumerables desafíos, logrando recuperaciones notables «poquito a poco».
La Fundación Cola Feliz ha extendido su red de apoyo con el tiempo, trabajando de la mano de diversos «hospedajes aliados» en la ciudad, entre los que destaca «Patitas de Ángeles». Esta red de solidaridad también incluye a figuras como Anny Alvarado, de «Corazón Animalista» en Agua Viva, y otras fundaciones como «Misericordia Divina», creando un frente común para atender el desbordante problema del abandono animal.

Dificultades y llamado a la solidaridad
La labor de rescate no está exenta de dificultades. Tanto la Fundación Cola Feliz como «Patitas de Ángeles», al igual que muchos otros protectores en la ciudad, se encuentran «colapsados» ante el «demasiado maltrato, demasiado abandono». Uno de los mayores obstáculos es la dificultad para conseguir adoptantes, lo que limita la capacidad para seguir rescatando.
Carolina Aponte subraya que esta labor exige una considerable inversión económica para cubrir gastos de resguardo, alimentación, tratamientos médicos e inmunizaciones.
Además, Olivio Martínez, de «Patitas de Ángeles», destaca un problema estructural en Barquisimeto: la ausencia de albergues públicos o estatales, lo que obliga a muchas personas sin recursos a abandonar a sus mascotas, condenándolas a las calles. Ante esta realidad, hospedajes como el de ellos se convierten en «hogares provisionales», aunque muchos animales, debido a su edad o condiciones especiales, terminan por quedarse de forma permanente.
Historias de resiliencia
A pesar de los desafíos, la labor de estas organizaciones está llena de historias conmovedoras que se han convertido en un faro de esperanza. Los casos de Nati, rescatada con sus nueve cachorros, o el de René, un perrito que llegó con severos maltratos y hoy es «feliz» en el refugio, son prueba de que el esfuerzo vale la pena.
Estas historias, junto a la de Canelita, una perrita atropellada que ahora «ya está intentando caminar», demuestran la increíble capacidad de resiliencia de estos animales y la gratificación que impulsa a sus rescatistas a seguir adelante.
La solución al problema del abandono, según la filosofía de estas organizaciones, comienza con la esterilización y castración. Asimismo, hacen un llamado a las autoridades para reconocer los derechos de la población animal e invertir en la creación de albergues públicos.
Sin embargo, el mensaje más importante es para la comunidad: no es necesario ser parte de una fundación para ayudar. La Fundación Cola Feliz, con su amplia comunidad de seguidores, demuestra que la acción de cada persona, ya sea ofreciendo un hogar temporal, colaborando con donaciones, o simplemente compartiendo las historias de los animales en redes sociales, marca una diferencia significativa.
Adoptar a un perrito rescatado, concluyen, es el acto más gratificante, pues permite «ver a ese perro feliz y agradecido».



«Un perro feliz, es una cola feliz»
La realidad del rescate animal está marcada por la saturación de casos y escasez de adoptantes. “Estamos colapsados”, afirman los rescatistas. Ante ello, Patitas de Ángeles opera como refugio provisional, aunque algunos animales terminan quedándose de por vida por su edad o condición.
La filosofía de «un perro feliz es una cola feliz» impulsa cada esfuerzo, con la convicción de que son los animales quienes, de alguna manera, los han «rescatado» a ellos, subraya Aponte.
Las organizaciones llaman a la comunidad a sumar esfuerzos: ofrecer hogares temporales, difundir su labor en redes sociales, donar alimento o adoptar. Como expresa Carmen Betancourt: “Sí se puede, si todos ponemos un granito de arena”.