“Un hombre sabio aprende de sus errores, pero un hombre más sabio aprende de los errores de los demás.”
John C. Maxwell, experto en liderazgo.
Este principio es la esencia del coaching: permitir al emprendedor aprender en un entorno más seguro, reduciendo la necesidad de pagar por cada lección con tiempo o dinero.
El camino del emprendimiento es una escuela intensa, donde cada decisión trae consigo una lección. Sin embargo, aprender únicamente a base de ensayo y error puede resultar lento, costoso y desgastante. Contar con el acompañamiento de un coach permite al emprendedor acelerar su proceso de aprendizaje, evitar errores innecesarios y adquirir habilidades clave con mayor rapidez y efectividad.
Muchos emprendedores novatos creen que pueden enfrentar el proceso empresarial solos, confiando en su intuición o en aprendizajes casuales. Si bien es cierto que el error es una fuente valiosa de conocimiento, aprender únicamente por esa vía puede ser muy ineficiente. Los errores no solo consumen tiempo, sino también recursos económicos, energéticos y emocionales.
Peter Drucker, gurú del management, afirmaba: “La única manera de predecir el futuro es crearlo.” Sin la guía de un coach, el emprendedor corre el riesgo de repetir errores comunes que podrían haberse evitado con una buena mentoría, perdiendo tiempo valioso para construir ese futuro deseado.
Un coach ofrece al emprendedor una perspectiva experta, lo ayuda a anticipar obstáculos y le proporciona herramientas probadas que aceleran el camino hacia el éxito. El proceso se convierte así en una experiencia de aprendizaje guiado, no improvisado.
Un buen coach no impone respuestas, sino que hace preguntas inteligentes que activan el pensamiento estratégico del emprendedor. A través del diálogo estructurado y el acompañamiento continuo, el coach ayuda a convertir la experiencia en conocimiento práctico, lo que acorta significativamente la curva de aprendizaje.
Tony Robbins, referente mundial del coaching, lo expresa así: “Las personas exitosas hacen preguntas mejores, y como resultado obtienen mejores respuestas.” Un coach precisamente impulsa esa calidad en la reflexión, orientando al emprendedor a encontrar soluciones más rápidas y efectivas, evitando que se pierda en decisiones innecesarias o rutas sin salida.
Además, el coach aporta su propia experiencia o la de otros casos similares, permitiendo al emprendedor acceder a un conocimiento que le habría llevado años descubrir por sí solo.
Sin guía, muchos errores que parecen pequeños pueden tener consecuencias graves. Una mala contratación, una estrategia de marketing mal enfocada o un mal manejo de flujos de caja pueden poner en peligro todo el proyecto. Con un coach, estos errores se detectan antes de que ocurran o se gestionan de manera más eficiente.
El coaching no solo acelera el aprendizaje técnico o estratégico; también mejora la capacidad de autoconocimiento del emprendedor. Al entender sus propias fortalezas, debilidades y patrones de conducta, puede tomar decisiones más conscientes y efectivas.
Marshall Goldsmith, reconocido coach ejecutivo, afirma: “Lo que te trajo hasta aquí no te llevará hasta allá.” Para seguir creciendo, el emprendedor necesita evolucionar, y un coach lo ayuda a romper sus propios límites, adquirir nuevas perspectivas y desafiar sus hábitos menos productivos.
Definitivamente, contar con un coach en las etapas iniciales de un emprendimiento no es un lujo, sino una inversión estratégica. A través de su orientación, el emprendedor puede acortar el camino al éxito, evitar errores costosos y transformar sus aprendizajes en resultados concretos. En lugar de perder años aprendiendo a golpes, el coach permite avanzar con mayor seguridad, claridad y eficiencia. Como decía Zig Ziglar: “No tienes que ser grande para comenzar, pero tienes que comenzar para ser grande.” Y comenzar con un buen guía al lado puede marcar toda la diferencia.
Continuará…
Italo Olivo
www.iolivo.com