En tiempos pasados me referí en un artículo al problema que representa el centralizar a nivel de ministerios nacionales, lo que significa el trabajo de construcción y mantenimiento de la estructura vial del país, que abarca más allá de carreteras, puentes, caminos, carreteras secundarias, calles y avenidas en las ciudades, y yendo más allá hasta la simple guaya que sirve para pasar cualquier río y que hoy por hoy son el motivo que permite afirmar por todos los medios de comunicación del colapso de ese sistema de comunicación nacional.
Las voces de alerta comienzan precisamente en los colegios (descartando el de ingenieros), ya que es cuando el niño le manifiesta a los padres que no puede asistir a clases debido a que el rústico que lo lleva no puede transitar por lo malo de la vía de penetración, o porque el puente o la guaya del río se cayó y nadie se compromete a repararlo o a colocarla de nuevo. Ese padre o madre pensará para sus adentros que el alcalde, gobernador o director de vialidad, es incapaz y es el que tiene la culpa de ese problema, porque a él nadie le ha dicho, y como tal no tiene conocimiento de que ese pequeño territorio en donde el reside es parte de Venezuela. Una Venezuela que tiene una Constitución en cuyos artículos manifiesta que la “República Bolivariana de Venezuela” es un estado federal descentralizado, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad ,pero como diría en su oportunidad un ex presidente de la República: “eso es una falacia”.
En nuestra Constitución se manifiesta que el gobierno de la República y de las entidades políticas que la componen, es y será siempre democrático, participativo, electivo y descentralizado. Qué bonito sería educar a la población venezolana en los principios de esa filosofía política social que se llama democracia, de manera que aquellos que todos los días hablan de ella y se conducen contradictoriamente, es decir, quieren una democracia que incluya o funcione con instituciones no democráticas hasta el punto de pasar a la torera lo que significa “descentralización”.
Por otra parte, hay que entender y hacer entender a quienes han sido formados y entrenados para capataces, que hagan lo que corresponde para ser capaces de dirigir y administrar un país que tiene más de un millón de kilómetros cuadrados y los problemas que se generan en ese territorio por la movilización de la sociedad.
Recuerdo que cuando me referí a este problema fue en el momento de la eliminación del pago en lo que se llamaba peajes, y que hoy mi calificación no va más allá de nombrarlo como interruptores y violadores de las garantías ciudadanas del libre tránsito y comercio legal, ya que los verdaderos infractores en términos legales no son otros que quienes están construyendo muros que dañan los trenes delanteros, quienes solicitan prebendas para permitir continuar el viaje, quienes permiten la presencia de cualquier tipo de vendedor ambulante que constituye riesgo a la seguridad personal y de bienes, quienes dejan que se deterioren y deterioran las instalaciones del gobierno que han costado cualquier cantidad de recursos económicos y, sobretodo, a aquellos que no han entendido que cuando se construye una instalación de cuatro acceso a una autopista no deben ser cerrados para control de absolutamente nada, puesto que todos los venezolanos debemos ser respetados en todos nuestros derechos y en ningún momento ser sospechoso de nadahasta que tenga la cédula vencida, puesto que eso está rayando a funcionarios del gobierno que tratan al ciudadano común y corriente como su enemigo, en esa condición de capataces y no como capaces.
La alerta de los colegios de ingeniero de cada estado no va más allá de informar que ese deterioro de las vías tiene soluciones técnicas invirtiendo dinero a manos llenas; mas es necesario recordar a todos aquellos ciudadanos que son gobernadores de estado que deben reclamar lo que por constitución y leyes les corresponde, puesto que lo que está sucediendo es y será un fracaso anunciado.
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