En medio de una de las crisis más severas que ha padecido Argentina, en el 2001, llegó a tener una deuda de más 95 mil millones de dólares con acreedores externos, razón por la cual procedió – como usualmente se hace en estos casos – a renegociar dicha deuda. Efectivamente, acordó nuevas condiciones de pago, tanto en el 2005 como en el 2010, respectivamente con el 92% de los poseedores de los bonos de la deuda pública, a través de nuevos títulos.
El restante 8% no aceptó la renegociación o reestructuración de la citada deuda y se aferró a las condiciones inicialmente contratadas.
Los fondos buitres representan en inglés a los denominados “holdouts” y son empresas de inversión que se caracterizan por operar con alto riesgo, particularmente en la adquisición de bonos de la deuda pública pertenecientes a países en situaciones económicas críticas, esto es, cercanas a la quiebra, como resultado de del sobreendeudamiento o la carencia de recursos para hacerle frente a tales obligaciones. En estas condiciones, el encadenamiento sucesivo de eventos que se generan (recesión, incremento del desempleo, desaceleración de las inversiones externas, etc.), con repercusiones en otros ámbitos, conduce a una cesación de pagos o “default”.
En una terminología económica que nada tiene que ver con el argot clásico, comienza ahora a hablarse con un lenguaje propio de una “economía subterránea”, esa que también se alimenta del mercado global y crece en volumen de operaciones ligadas al comercio de órganos, de drogas, de armas, de menores, de migrantes, lavado de dinero, y que no diferencia ni mercancías ni países, sobre todo subdesarrollados.
Los fondos buitres se dedican a comprar “bonos basura”, es decir, títulos públicos a un precio muy bajo, para luego, exigir condiciones de máxima utilidad, en condiciones especulativas. Parte de ese expediente es Zambia. Un tribunal británico ordenó pagar por una deuda menor a 4 millones de dólares, más de 40 millones de dólares, intereses e indemnizaciones incluidos. Perú, vendió bonos devaluados por 11 millones de dólares; en el 2000 pagó por ellos, 58 millones de dólares.
La decisión de la Corte Federal de Manhattan, Nueva York, obliga a que las empresas poseedoras de bonos de la deuda pública argentina que no aceptaron la renegociación en el 2005 y el 2010, se les reconozca los mismos derechos y tratos que a las empresas que si lo hicieron. El monto del litigio está entre mil 330 y mil 600 millones de dólares. La Corte Suprema de Justicia estadounidense ratificó la sentencia. Vuelan alto, los fondos buitres.
Planteamientos – Fondos Buitres
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