Luis Alejandro Silva consigue premio en Festival de Biarritz por «Desde allá»

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El joven, que ganó ayer el galardón a Mejor Actor en el Festival de Biarritz, despunta como uno uno de los mayores talentos de la pantalla grande criolla, reseña El Universal.

Fue una maestra de preescolar la que le sembró la semilla de la actuación a Luis Alejandro Silva, que para aquel entonces era un niño dinámico y con un futuro promisorio. Pero el año terminó y la esperanza de hacer cine se esfumó de golpe.

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Especialmente en cuarto grado, cuando el pequeño abandonó la escuela para trabajar como empaquetador en un supermercado, y ayudar así a su mamá, con quien vivía alquilado en el barrio El Mango de El Cementerio. «Nunca tuve padre, pero no me hizo falta. Nunca supe lo que es ese querer», dice.

En lugar de cambiar de salón de clases, cambiaba de puestos de trabajo. Pasó a laborar en una licorería y luego a un autolavado. Cierta vez, un amigo le pidió que le acompañara a un casting para una película. Una vez allí, a él también le pidieron hacer la prueba y quedó. Iba a interpretar un personaje en Cuidado con lo que sueñas de Geyka Urdaneta. Pero antes de empezar el primer ensayo, un productor lo envió de vuelta a su casa. «Lloré, qué más iba a hacer, tenía 14 años. Me fui en Metro, bajé en Chacaíto, compré un helado y me prometí hacer una película algún día». Y vaya que lo hizo.

La misma directora de casting, Mireya Guanipa, lo llamó luego para La hora cero de Diego Velasco. Allí dio vida a la versión joven de «La Parca», el delincuente interpretado por Zapata 666. Con una participación similar (un malandro), pero más pequeña, su crédito puede leerse también en la cinta La distancia más larga de Claudia Pinto, nominada al Goya.

Con una formación completamente empírica, consiguió el protagónico de la mano de Lorenzo Vigas en la cinta Desde allá, galardonada con el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia 2015.

En esa película -cuyo estreno comercial está pautado para 2016- Silva interpreta a Elder, líder de una banda delictiva caraqueña que entabla una relación turbia con un hombre mayor, Armando (Alfredo Castro). Ese personaje, al que dio vida cuando tenía 19 años (ahora tiene 21), le reportó aplausos en los festivales de Venecia, Toronto, San Sebastián y Biarritz, este último donde obtuvo ayer el premio a Mejor Actor.

«Mi mamá anda ahora con los periódicos en donde salgo bajo el brazo. Se los muestra a todas sus amigas (risas)». Esa, cree, es una de sus mayores alegrías. La otra es recibir buenos comentarios sobre su trabajo, como el que le hiciera la prensa y el jurado en Venecia. «Nunca me había montado en un avión, pero más miedo me dio montarme en la lancha que me llevó al hotel (risas). Es increíble conocer otro mundo. Me doy cuenta de que nuestro país… -dibuja un viaje descendente con su mano y no termina la idea-. Es lamentable. Me he preguntado muchas veces qué hemos hecho para vivir como vivimos, si somos un país tan rico».

En el hotel, cuenta el joven, le saludó una mujer. Le dijo en inglés «congratulations», además de otras cosas que no entendió. Un amigo se acercó y le tradujo: Felicidades por asumir ese personaje con tanto coraje. «No sabía quién era ella. Le agradecí y le pregunté quién era -se tapa la cara, con vergüenza-. Ella se presenta y me dice en inglés ‘Elizabeth Banks, mucho gusto’. Después investigué y resulta que era parte del jurado, además de una actriz de Hollywood súper famosa».

Para evitar situaciones como esa, además de aprovechar ofertas de trabajo, Silva estudiará inglés en Estados Unidos, becado por el CNAC. Cuenta que Guillermo Arriaga le protestó que, de ser bilingüe, él mismo le hubiese conseguido trabajo en Hollywood. En Venecia y en San Sebastián -asegura- tuvo propuestas de hacer cine en español, en México.

«Es un compromiso porque la gente espera de mí cosas muy buenas. Tengo que elegir muy bien mi próximo papel. No me interesa el dinero; yo quiero hacer un buen trabajo para que me recuerden siempre», precisa Silva y aprovecha el momento para hablar sobre su mayor aspiración. «Lorenzo dice que yo seré el próximo Gael García Bernal, pero yo quiero el próximo Édgar Ramírez, que es venezolano, un actor de otro nivel, y habla cinco idiomas. Él me llamó y me dijo que tenía que darme muchos tips».

Desde acá

Luis Alejandro Silva (Caracas, 1994) cuenta que cuando Lorenzo Vigas le propuso el personaje de Elder, él solo le preguntó «cuánto hay pa’ eso» y al escuchar la respuesta, aceptó.

Antes de filmar, tuvieron tres meses de preparación, entre ensayos y ejercicios. Silva se mudó, prácticamente, a casa de Vigas, en donde seguía la formación con maratones de cine que incluían La naranja mecánica (1971), Carlito’s way (1993) o Pulp fiction (1994).

En el set, Lorenzo le daba el parlamento 30 o 20 minutos antes de comenzar a filmar. «No me importó porque tengo buena retentiva y eran escenas cortas. Pero en la noche me acostaba queriendo saber qué iba a pasar el otro día. A veces tenía la tentación de leer el guión a ver cómo terminaría. Siempre fue sorpresa lo que iba a grabar. Es más, no supe que la escena final era la escena final hasta que vi la película».

Recuerda que Alfredo Castro y él repetían las escenas entre 15 y 20 veces (incluyendo las íntimas), hasta que Vigas, un perfeccionista confeso, decía «esta queda». En ese proceso, el actor chileno fue un maestro para él y lo guió con paciencia.

Actualmente, Silva trabaja en la Fundación Oswaldo Vigas y no ha visitado, aún, el barrio que lo vio crecer. Para Lorenzo solo tiene buenas palabras. «Yo le hago mucho caso, porque es mi amigo. Me ha ayudado mucho, no solo en la película. Él me quiere tener a su lado de una u otra forma. Y si algún día me tengo que ir de Venezuela, será a donde esté Lorenzo».

Ante la pregunta de si consiguió en el cineasta la figura paterna que nunca tuvo, Silva piensa un segundo y responde: «Creo que sí. Yo lo quiero y siento respeto y admiración por él».

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